El jiennense Luis Cabrera, afincado en Cataluña desde que salió de Arbuniel, retrata en su libro la emigración española del pasado siglo

La familia de Luis Cabrera (Jaén, 1954) dejó su Andalucía natal en los años sesenta, como muchos otras, pero mientras el padre compartía el objetivo común de la mayoría de sus paisanos emigrantes de ganarse la vida, el hijo tenía planes más ambiciosos, quería «dejar huella», y lo consiguió, tal como cuenta el propio Luis en «La vida no regalada».

Luis Cabrera es hoy en día una institución dentro del mundo cultural catalán. Fundó en 1979 el Taller de Músics, centro pedagógico de referencia en el mapa musical español, donde ha estudiado Rosalía entre muchos otros grandes de la música, y sello discográfico de artistas tan reconocidos como Tete Montoliu, Pau Riba y Miguel Poveda.

¿Cómo consiguió un chaval que aterrizó en Barcelona con una mano delante y otra detrás llegar a ser un puntal del entramado cultural catalán?. Esa es la pregunta que Cabrera responde entre líneas en el libro que acaba de editar y que recorre su vida, deteniéndose especialmente en la infancia y la juventud.

Uno de los factores que apunta el libro es la determinación: «Yo vine a este mundo a dejar huella», sentencia en el último capítulo. Otro es «cierta astucia», que le permitió salir bien parado de situaciones delicadas, como cuando en 1972 fue detenido, torturado y encarcelado en la cárcel Modelo por sus actividades políticas clandestinas.

También fueron importantes algunas de las enseñanzas de sus padres: «haya donde fueras haz lo que vieras»; y su amor por la cultura catalana, por la que se interesó sinceramente en cuanto llegó a Barcelona y que, sin perder la andaluza, le ha convertido en lo que es ahora: un andaluño, según su propia definición.

Pero el factor principal, el que más ha subrayado Cabrera en la entrevista concedida a EFE, es «el cultivo cultural que fomentaron los líderes libertarios» que conoció en su juventud.

Arriba, nacimiento del río Arbuniel. Sobre estas líneas, Luis Cabrera, músico y escritor jiennense.

“La vida no regalada” es una novela sin ficción que narra la evolución de España desde los últimos años de la Dictadura hasta llegar a la Transición, a través de la vida de su protagonista, Lorenzo Almendro; el día a día de un niño de un pueblo de Jaén, Arbuniel, que emigra con sus padres a Barcelona durante los años 60 y se establecen en el barrio de Verdún.

A través del protagonista, Lorenzo, trasunto entrañable del propio Luis Cabrera, asistimos a la realidad de aquellos años en un barrio obrero en el que conviven inmigrantes llegados de muchos puntos de España con familias catalanoparlantes. El descubrimiento del catalán, las pandillas enfrentadas, las viviendas de la obra social, los padres trabajando en las fábricas metalúrgicas o textiles, las fiestas populares, los primeros flirteos políticos, el reparto de octavillas, la creación de las casas regionales y las peñas flamencas…

Desde los inicios más amateurs y los primeros contactos con el flamenco hasta la relación profesional y de amistad con figuras tan destacadas como Tete Montoliu, Mayte Martín o Miguel Poveda, la vida de Lorenzo Almendro, esto es, de Luis Cabrera, nos hace partícipes de una época de revuelta y de descubrimiento llena de música, ideales y talento.

Luis Cabrera (Jaén, 1954) es un músico y escritor residente en Barcelona desde 1964. En la década de los 70 dio un impulso a la Peña Flamenca Enrique Morente en el distrito de Sant Andreu en Barcelona. Y a partir de aquí, no ha dejado de involucrarse en los movimientos sociales, desde la demolición de la planta de asfalto (actualmente Ateneu Popular de Nou Barris) del barrio de Trinitat Nova, hasta la publicación y distribución de El libro rojo de los escolares. En 1979 fundó el Taller de Músics, que ha modificado sustancialmente la actividad relacionada con el jazz y el flamenco en la península Ibérica. En 2005 publicó Els altres andalusos. El año 2010 publicó en solitario un ensayo sobre las contradicciones de la identidad en Cataluña: Catalunya serà impura o no serà.

“Cógenos, ponte en medio, de pie, bien erguido. Grita, grita con todas tus fuerzas hasta que el eco traspase los cerros de Zimbra y Despeñaperros. Hasta que te oigan en Barcelona, ese punto del mapa tan lejano. Grita y anuncia que, aquí, te apodan Torero, lo más grande, lo de más arte, el auténtico valor. Otros zimbreños partieron antes que tú. Ellos te oirán. Tienen que escuchar tu lamento. Que nos pertenece a todos. Que es el nuestro. No sufras, chiquillo. No tengas miedo. Zimbra es muy pequeño. No te calles. Grita. Echa tu voz del interior del vientre. Proyéctala. Que llegue a las montañas. Que ardan chaparros, retamas y almendros. Grita, Lorenzo. Que el sol de agosto lleve tu voz a los olivares. Que recojan el misterio de tu existencia en Zimbra y de tu porvenir en Barcelona. Eres guapo y listo, niño. Fíjate en nosotros. Todo el mundo cree que representamos la podredumbre. Pero tú, conocedor de la pena, eres capaz de acercarte al cementerio y de retozar sin miedo en nuestras cuevas. Tu valor te ha de servir. Sigue el camino, Lorenzo. No te duermas con el traqueteo. Mira al volante del conductor. Que él sea tu norte y tu guía.

Es media tarde. El camión se detiene a repostar. Luis, Josefa, Lorenzo y Esperanza se apean. El niño empieza a gritar hasta perder el aliento. Zimbra, Barcelona, Zimbra, Barcelona, Zimbra, Barcelona…

Por qué me trajiste, padre,a la ciudad…”

Portada de la novela «La vida no regalada», de Luis Cabrera.