El I Trashumante Fest llegará cada fin de semana del verano a aldeas recónditas de Santiago-Pontones
(ARTÍCULO PUBLICADO EN EL PAÍS EL 13 DE JULIO DE 2022)
FOTOGRAFÍA DE CABECERA: Público durante el concierto de Apache en el Nacimiento del río Muso, en La Matea, el pasado sábado. FOTOGRAFÍAS: Ángel Muñoz, El Fotos.
Existe una España vacía, y también la periferia de la España vacía. Pero luego hay otra porción de territorio, oculto y mágico a la vez, la periferia de la periferia, que se resiste a entrar en un club tan denostado por la oficialidad. Es el caso de Santiago-Pontones, un pueblo con casi 700 kilómetros cuadrados ubicado en lo más profundo de la jiennense Sierra de Segura, con más de 80 minúsculos núcleos de población (algunos de ellos a tres horas de camino de la capital de la provincia), donde nunca antes han vivido la experiencia de acoger un festival de música.
“Volver a Santiago-Pontones es revivir sensaciones inenarrables, el silencio, esa paz, esa grandiosidad”, comentaba este sábado Luis Miguel Peláez, líder del veterano grupo Apache, al saludar a los centenares de incondicionales congregados en la apertura de Trashumantes Fest, un festival que quiere convertir la música en un altavoz contra la realidad tan sombría de la despoblación. En el paraje paradisiaco de la ribera del río Muso, junto a la aldea de La Matea, los lugareños no habían visto nunca un escenario de más de ocho metros y casi 10.000 vatios de sonido.
“Aquí lo que queremos es aunar la música con lugares de ensueño y, sobre todo, reclamar justicia poética para una sierra majestuosa e idílica donde nunca llega nada de lo que forma parte de la cotidianidad de otros lugares”, afirma el escritor y gestor cultural Andrés Ortiz Tafur, creador de este festival que durante los fines de semana del verano recorrerá todos los rincones del que es el municipio más extenso del parque natural de Cazorla, Segura y Las Villas. Mientras tanto, Apache (la formación que alcanzó la fama en los años ochenta con su tema Sobrevivir) hace las delicias del público con sus genuinas versiones de grupos como Rolling Stones, Pink Floid, Police, Supertramp o Queen.
El cantautor Paco Segura tiene claro que volver a sus orígenes ha sido la mejor decisión que ha tomado en su vida. Con apenas 22 años y 10.000 pesetas (60 euros) en el bolsillo, dejó su Sierra de Segura, y puso rumbo al barrio madrileño de Lavapiés, donde tocó y coincidió en las salas de conciertos con su paisano Joaquín Sabina o con Juan Antonio Muriel y Rafael Amor. Cuatro décadas después, el músico jiennense ha vuelto a su pueblo, Génave, de apenas 590 habitantes, donde ha formado el grupo Aires Solano, con el que sigue añadiendo temas a su larga discografía. “La música es fundamental para poner en el mapa estos pequeños pueblos y para hacer frente a la despoblación”, subraya Segura, ilusionado ante su próxima actuación en la aldea de La Toba, otro lugar bucólico de la España profunda.
El viaje de ida y vuelta de Segura, desde Madrid a la Sierra de Segura, sintetiza muy bien la filosofía del Trashumantes Fest. El nombre tiene que ver con la vieja práctica ganadera de la trashumancia y la reivindicación de una profesión, el pastoreo, con siglos de historia y que fue precisamente el origen de esta población creada por un grupo de trashumantes de Cuenca. En la actualidad, el municipio santiagueño, el único de la provincia de Jaén sin cultivo del olivar, tiene en la cabaña ganadera y en la Indicación Geográfica Protegida (IGP) del cordero segureño su principal argumento económico.
Santiago-Pontones, un municipio que nació en 1975 de la fusión de Santiago de la Espada y Pontones, ha perdido en las tres últimas décadas la mitad de su censo y apenas supera los 2.700 habitantes. Su densidad de población, de solo cuatro habitantes por kilómetro cuadrado, no tiene nada que ver con la realidad demográfica en Andalucía y sí con las provincias del interior de la Península que alumbran el término de la España vacía. Pero de lo que puede presumir este enclave segureño es de contar con un patrimonio vivo en sus más de 80 núcleos habitados. “Queremos poner en el mapa esta tierra olvidada y al mismo tiempo explotar las muchas posibilidades que tienen estas aldeas para el turismo rural”, añade Ortiz Tafur, afincado en esta sierra desde hace más de una década y que en su último libro, Los últimos deseos (Silex Ediciones) recoge en una agrupación de textos íntimos “las sensaciones de vivir en una España que te permite ir a tu ritmo”.
La localidad jiennense es la cuna del río Segura (nace en Pontones) y por su extenso término municipal también discurre el Guadalquivir. Tafur ha querido impregnar el festival de un carácter trashumante, la misma filosofía que aplica desde hace tiempo al Bibliobús, la biblioteca itinerante que llega a todas las aldeas, por pequeñas que sean. “Este movimiento cultural, con la música como gran escaparate, es muy importante para elevar la autoestima de estos territorios”, afirma el artista gaditano Ignacio Liaño que, con su formación Va con me, llevará su música italiana a la aldea de Poyo Catalán, habitada únicamente por ganaderos trashumantes.
Trashumantes Fest está promovido por el Ayuntamiento de Santiago-Pontones. El alcalde, Pascual González, está plenamente convencido de las muchas posibilidades que ofrece la cultura como palanca de desarrollo: “Hay que valorizar el mundo rural, pero nos lo tenemos que creer nosotros mismos”.
También la iniciativa privada está apostando por la música como plataforma para la divulgación de este municipio. Es el caso de En Tierra de Nadie Fest, que en su primera edición (prevista para el último fin de semana de julio), se presentan como “un festival inclusivo y con luchas sociales como los derechos LGTBIQ+, divulgación de la cultura o lucha contra la despoblación rural”, en palabras de Rocío Lara, una joven emprendedora que reclama mayor concienciación social para dar visibilidad a estas zonas, la periferia de la periferia de la España vacía.