El sueño truncado del Paisaje del Olivar como Patrimonio Mundial evidencia la incapacidad de las Administraciones para sembrar un futuro más halagüeño
Fotografía de portada: Expropiaciones y tala de olivos en la comarca de la Campiña, donde surgió la oposición inicial al expediente del Paisaje del Olivar como Patrimonio Mundial de la UNESCO
Una vez consumado el fiasco y la decepción monumental que ha supuesto la retirada de la candidatura del Paisaje del Olivar Andaluz como Patrimonio Mundial de la UNESCO es hora de analizar las causas que han llevado a lo que ya puede ser considerado como uno de los mayores fracasos históricos que se han vivido en esta provincia.
Hay que hablar, sin ambages ni medias tintas, de un FRACASO COLECTIVO de toda la sociedad jiennense, aunque es evidente que no todas las partes tienen la misma cuota de responsabilidad. A la hora de repartir culpas hay que situar en primer lugar a la Diputación Provincial de Jaén y a la Junta de Andalucía, las dos instituciones que han dinamitado un trabajo de más de una década y han frustrado la ilusión que una declaración de esta dimensión había generado.
La Diputación de Jaén paralizó el expediente a finales del pasado mes de abril bajo el argumento de la oposición mostrada por un grupo de agricultores de la Campiña jiennense que entendían que la protección por parte de la UNESCO de la zona 14 no les garantizaba el derecho de propiedad de sus olivos. Un pretexto que, además de ser infundado y alentado por los bulos y la desinformación, no tiene el peso suficiente para haberse tenido en cuenta por una Administración que ha gastado mucho tiempo y dinero en la redacción del expediente, nacido y sepultado en Jaén. Pero es que, además, el argumento de Diputación alineándose con el sentir (legítimo aunque seguramente manipulado) de un grupo minoritario de agricultores crea un peligroso precedente, según el cual siempre que alguien (por pequeño que sea) vete un proyecto de desarrollo provincial habrá que hacerle caso. Es decir, nosotros mismos estamos poniendo puertas al campo y al futuro de Jaén.
Tras la paralización del expediente, la Diputación lo trasladó a la Junta de Andalucía que es, en última instancia, la responsable de su tramitación, primero ante el Ministerio de Cultura y más tarde ante la UNESCO. Pero el Gobierno andaluz ha demostrado en este tema una desidia absoluta y una falta de sensibilidad, cuando no de querencia, hacia un proyecto que, aunque promovido desde Jaén, tiene vocación andaluza al unir a cinco provincias olivareras. Desde el primer momento, la Junta de Andalucía se ha puesto de perfil ante este expediente y ha evidenciado que no tenía ninguna voluntad de reconducirlo e impulsarlo cuando aún había tiempo para ello.
En definitiva, Junta de Andalucía y Diputación de Jaén (la primera gobernada por el PP y la segunda por el PSOE) han puesto de manifiesto que han antepuesto su tacticismo político al interés general. Y el resultado ha sido que se pierda una oportunidad única (que contaba con todas las bendiciones para prosperar en la asamblea de la UNESCO de 2025) de la que, con la perspectiva del tiempo, nos lamentaremos y nos arrepentiremos.
Bien es cierto que esa ambigüedad e inoperancia institucional se ha visto favorecida por la indolencia de una ciudadanía que ha mostrado una preocupante indiferencia ante un proyecto que, de haber prosperado, hubiera supuesto un punto de inflexión para relanzar el patrimonio y la economía de esta tierra. La excepción a esa apatía ciudadana la ha puesto la Fundación Savia por el compromiso y los valores que, con su presidente Paco Casero a la cabeza, ha sido la que más ha creído y luchado (infructuosamente) para hacer realidad una vieja aspiración como es la de reconocer universalmente la singularidad de un paisaje olivarero que causa la admiración de todos los que nos visitan pero que aquí no se ha sabido valorar.
Pero la historia de este FRACASO COLECTIVO aún nos tenía preparado un colofón no menos doloroso y surrealista. La misma comarca en la que se alzaron las voces críticas al Paisaje del Olivar es ahora el epicentro de una expropiación y una tala masiva de olivos (se calcula que serán unos 100.000) para dar cabida en su lugar a varias megaplantas solares. Es cierto que en muchos casos han sido los propios olivareros los que han llegado a acuerdos con las empresas promotoras de estos proyectos (avalados en última instancia por la Junta de Andalucía), pero no es menos cierto que la celeridad con la que están avanzando las talas de olivos ha indignado a muchos agricultores y vecinos de la Campiña jiennense que se preguntan si ese es el modelo productivo que necesita esta provincia. En todo caso, a las Administraciones habría que exigirle que garantice la mayor transparencia en la tramitación de estas iniciativas empresariales que, aunque sean legítimas, destilan un tufillo a especulación a costa de miles de olivos centenarios que han sido, y deben seguir siendo, el alma de esta tierra.
En conclusión, ahora que estamos en la semana del Día Internacional del Olivo, solo queda recordar estos versos del poema ‘Aceituneros’ que escribiera Miguel Hernández:
“Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.
Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas”