La superficie provincial de cerezo se reduce notablemente en las últimas décadas, en parte por la variabilidad climática y el aumento de los costes
Artículo del agricultor e ingeniero agrónomo Antonio Manuel Conde
El cultivo del cerezo en la provincia de Jaén, y particularmente en el municipio de Castillo de Locubín, representa un componente clave en la diversificación agrícola. Zona caracterizada por su orografía acusada y minifundios de cultivos leñosos.
El cerezo, tradicionalmente asociado a explotaciones agrícolas familiares, ha desempeñado un papel importante tanto en el mantenimiento del tejido socioeconómico rural como en la conservación del paisaje agrícola y la biodiversidad.
Sin embargo, la superficie de cerezo ha disminuido notablemente en las últimas décadas en la provincia de Jaén, situándose en apenas 478 hectáreas en 2023 según datos de ESYRCE. De esta superficie, 278 ha se consideran asociación de cultivos, en este caso, olivar-cerezo, lo que refleja las escasas fincas de cerezos únicamente.
Este declive responde a múltiples factores, entre los que destacan la elevada variabilidad climática, el encarecimiento de los costes de producción, la escasa mano de obra para la recolección, la falta de relevo generacional, la presencia de plagas emergentes y la creciente competencia de otras regiones productoras.
En este contexto, urge promover medidas de apoyo técnico y económico que favorezcan la resiliencia del cultivo y la valorización de la cereza como producto agroalimentario de calidad ligado al territorio.
Existen oportunidades para revitalizar este cultivo mediante la adopción de Buenas Prácticas de Manejo eficientes, sostenibles y rentables. La innovación en los procesos de comercialización, y la creación de una marca de calidad diferenciada que refuerce el vínculo entre la cereza y su origen, es clave para generar valor añadido y arraigo para las generaciones futuras.
Antonio Manuel Conde López
Agricultor familiar e ingeniero agrónomo
