Trincheras, refugios, fortines o nidos de ametralladoras de la Guerra Civil, en la exposición «Testigos de la Infamia»

La exposición “Testigos de la infamia. El patrimonio arquitectónico de la Guerra Civil en la provincia de Jaén», que puede visitarse en el Antiguo Hospital San Juan de Dios de Jaén hasta el próximo 25 de octubre, supone un profuso recorrido por todas aquellas construcciones que se realizaron entre 1936 y 1956 en respuesta o vinculadas de algún modo al conflicto bélico: trincheras, refugios antiaéreos, aeródromos, fortines o nidos de ametralladoras. Esta muestra permite ver de forma sintetizada los resultados de una interesante investigación realizada por un equipo multidisciplinar del que han formado parte más de una decena de especialistas en áreas como la Historia Contemporánea, la Arqueología, la Geofísica o la Didáctica de las Ciencias Sociales. En concreto, los comisarios de la exposición son Santiago Jaén Milla y Alba de la Cruz Redondo.

En diciembre de 2018, el Instituto de Estudios Giennenses (IEG) concedió una subvención a este grupo de investigación para conocer, documentar y revalorizar el patrimonio arquitectónico de la Guerra Civil que aún se conserva en nuestra provincia, a través de un proyecto titulado Identificación, análisis, catalogación y puesta en valor de la arquitectura militar defensiva de la Guerra Civil Española en la provincia de Jaén: educación patrimonial y conciencia histórica.

Esta exposición es resultado de ese proyecto, así como de una larga trayectoria investigadora en la localización, estudio y puesta en valor de este patrimonio bélico en la provincia de Jaén. Mediante paneles, fotografías, cartografía y documentación histórica, además de otros recursos museográficos, se realiza una aproximación a las numerosas fortificaciones -trincheras, refugios antiaéreos, aeródromos, reductos, nidos de ametralladoras, casamatas, fortines, búnkeres, etc.- que se construyeron en la provincia de Jaén entre 1936 y 1956.

Asimismo, la exposición realiza una apuesta por el estudio y revalorización de estos vestigios arquitectónicos, por su alto potencial turístico y didáctico, para formar a una ciudadanía comprometida con los derechos humanos y la resolución pacífica de los conflictos.

La provincia de Jaén tiene numerosos vestigios arquitectónicos legados por los diversos conflictos que se han desarrollado a lo largo del tiempo. Muchas de estas estructuras arquitectónicas reflejan las necesidades de protección que tuvieron los habitantes de este territorio en un momento determinado. “Con esa misma pretensión –protegerse del enemigo- encontramos numerosos vestigios arquitectónicos de la guerra civil española que, sin embargo, no han recibido atención por parte de los investigadores, la ciudadanía e instituciones hasta fechas muy recientes, cuando, en la década de 2000, y animados por las iniciativas puestas en marcha por los movimientos memorialistas, suscitaron el interés por este pasado bélico y por el patrimonio arquitectónico que nos legó”, señala Santiago Jaén.

Así, se han rescatado del olvido algunas fortificaciones que abundan en nuestra geografía provincial y que incluso, en algunos casos, se han convertido en atractivos turísticos de primera magnitud para municipios como Arjonilla, Lopera, Jaén y Villacarrillo.

Arriba, reducto de Lopera; sobre estas líneas, casamata de Lopera y nido de ametralladora.

La provincia de Jaén fue republicana –prácticamente en su totalidad- hasta el final de la guerra, pero quedó situada en primera línea del frente por su parte occidental desde el comienzo hasta la finalización del conflicto. La estabilización del frente de guerra en la navidad de 1936 determinó que, desde Alcalá la Real hasta Marmolejo, se construyeran numerosas fortificaciones, primero por parte del ejército republicano, que pretendía frenar el avance rebelde, y, posteriormente, por parte del ejército sublevado, cuando decidió consolidar el frente y las ocupaciones realizadas, ante la prioridad de avanzar en otras partes del país.

“Es por esto por lo que en esta zona, y a pesar del tiempo transcurrido, todavía hoy encontramos numerosas huellas físicas del conflicto: trincheras, casamatas, fortines antitanques, reductos y nidos de ametralladoras se mezclan en el paisaje con olivares, matorrales y zonas boscosas. Todas estas estructuras están ubicadas en lugares estratégicos desde los que se domina un amplio paisaje y se controla el territorio, por lo que son lugares idóneos para interpretar, entre otras cuestiones, la estrategia militar de ambos ejércitos. En este sentido, algunas de las fortificaciones no llegaron a ser utilizadas –como es el caso de la trinchera republicana de Los Algarves, en Marmolejo-, ya que la táctica militar y el desarrollo del conflicto determinaron que no fuera necesario que entraran en guerra, pero, aún así, son lugares eficaces para interpretar sobre el terreno las tácticas militares puestas en marcha durante la guerra”, indica Santiago Jaén.

Y añade: “Por otra parte, no sólo encontramos estos vestigios en el campo: la generalización de los bombardeos aéreos sobre poblaciones civiles conllevó la construcción de numerosos refugios antiaéreos en los núcleos urbanos –públicos y privados-, algunos de los cuales han sido localizados y actúan como testigos de nuestro pasado bélico”.

Alcalá la Real, Alcaudete, Andújar, Arjona, Arjonilla, Arroyo del Ojanco, Bailén, Baños de la Encina, Castillo de Locubín, Estación Linares-Baeza, Higuera de Calatrava, Jabalquinto, Jaén, Jódar, Linares, Lopera, Mancha Real, Marmolejo, Martos, Porcuna, Santa Elena, Santiago de Calatrava, Torreblascopedro, Torredonjimeno, Úbeda, Vilches y Villacarrillo, cuentan, a día de hoy, con vestigios de la Guerra Civil.

La mayor parte de este patrimonio arquitectónico ha sorteado con dificultad el paso del tiempo. Las estructuras que encontramos se encuentran muy dañadas, deterioradas e incluso, en algunos casos, están a punto de desaparecer, lo que requiere una rápida intervención para frenar este proceso por parte de las autoridades locales, provinciales, autonómicas y la ciudadanía en general.

Un patrimonio educativo

 “El patrimonio bélico tiene un enorme potencial didáctico, tanto para adquirir conocimiento sobre el hecho histórico abordado, como para conseguir la perdurabilidad de ese conocimiento y, sobre todo, para concienciar a nuestro alumnado, y la ciudadanía en general, sobre la necesidad que tenemos las sociedades civilizadas de resolver los conflictos de forma pacífica, mediante el diálogo y la negociación. El aprendizaje vivencial, el que se experimenta, es infinitamente más productivo que el que se adquiere en el aula a partir de las explicaciones del docente, aunque se utilicen numerosos y variados recursos didácticos. Nada se puede comparar a estar en un escenario de la guerra, a estar en la Historia, y que el alumnado sea protagonista de su proceso de adquisición de conocimiento”, indica el comisario de la exposición.

“Además, cuando el alumnado pasea por la historia y pone imágenes a los datos que se estudian en los manuales, hay más posibilidades de que reflexione sobre lo ocurrido, que investigue por sí mismo y, sobre todo, que entienda que los hechos señalados en los libros ocurrieron en realidad, como lo refleja esa fuente de conocimiento que tenemos en nuestros pueblos y ciudades y que actúa como testigo de los acontecimientos: el patrimonio”, subraya Santiado Jaén

Además, la Ley 2/2017, de 28 de marzo, de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía, en su artículo 47, apuesta por incluir estas cuestiones en los currículos oficiales de Educación Primaria, Educación Secundaria Obligatoria, Bachillerato, Educación Permanente de Adultos, y en los estudios universitarios que proceda, con la intención de fortalecer los valores democráticos en la sociedad andaluza. La citada ley, ha establecido el día 14 de junio para recordar y rendir homenaje a las víctimas del golpe militar y la Dictadura en todos los centros docentes no universitarios

sostenidos con fondos públicos de Andalucía, con el objeto de mantener su memoria y reivindicar los valores democráticos y la lucha del pueblo andaluz por sus libertades, así como para promover el conocimiento y la reflexión en torno al período que abarca desde la Segunda República, la Guerra Civil, la dictadura franquista y la transición a la democracia hasta la entrada en vigor del primer Estatuto de Autonomía de Andalucía. El 14 de junio tiene su origen en el año 2003, cuando se llevó a cabo en Andalucía -en Lecrín, Granada- el primer intento de exhumar una fosa común.

“Asimismo, apostamos por la realización de salidas e itinerarios turísticos y didácticos con la ciudadanía en general por el patrimonio de la guerra civil. Estamos convencidos de que la enseñanza informal puede y debe contribuir a afianzar un relato historiográfico que permita superar este episodio tan dramático de nuestra historia. Para esto, es necesario que el discurso que nos guíe esté sostenido por la verdad histórica y por los principios y valores democráticos en los que se basa nuestro actual sistema de convivencia, creando pensamiento crítico entre los asistentes y de rechazo al discurso de odio que se afianzó durante la guerra y la dictadura”, concluye el comisario de la muestra que puede visitarse en el Antiguo Hospital San Juan de Dios.

Refugio del aeródromo de Torreblascopedro y fortín antitanques de Lopera. FOTOGRAFÍAS: Santiago Jaén Milla.