Juande Valverde, Premio de Novela Histórica de Ápeiron Ediciones, recrea la historia del Puente del Obispo
JUANDE VALVERDE
Un puente es una de las mejores metáforas que existen para describir la colaboración humana. Tender puentes es sinónimo de entendimiento, y su existencia a lo largo de la historia siempre ha estado ligada a la prosperidad. En la provincia de Jaén contamos con muchos y bellos viaductos que han facilitado las comunicaciones viarias y el comercio entre distintas comarcas. Sin duda uno de los más singulares es el Puente del Obispo, que durante casi 500 años permitió superar el caudaloso y peligroso Guadalquivir, conectando así la parte septentrional y meridional de nuestra tierra.
Su creación fue crucial para el desarrollo socioeconómico del conocido como Santo Reino desde el momento en que se erigió, en los albores del siglo XVI, hasta casi nuestros días, porque hasta 1986 fue paso obligado para los conductores que circulaban entre La Loma y el Sur de la provincia. Solo por ello ya merecería atención, pero detrás de su construcción hay una sugestiva historia que invita a conocerla e investigar sobre ella. A mí me ha llevado a escribir una novela, “El puente de las indulgencias”, que en breve verá la luz publicada por Ápeiron Ediciones tras haber ganado el premio de novela histórica que convoca esta editorial.
Por la época en que se levantó, este viaducto sigue los cánones renacentistas, por lo que está considerado como uno de los primeros de este estilo construido en nuestro país. Su trama es majestuosa, y da incluso vértigo retrotraerse cinco siglos atrás para entender cómo con los limitados medios del momento concluyeron este puente que acabó con los problemas generados por las continuas crecidas del río, que cada cierto tiempo arrasaba los puentes de madera que sobre su curso facilitaban el paso a los transeúntes.
Grandioso, equilibrado, hermoso… son algunos de los epítetos que distintos historiadores le han dedicado. Sustentado sobre cuatro robustos pilares,de los mismos nacen otros tantos arcos de sillería de roca arenisca que,aunque de distinto tamaño, le confieren una armonía que roza la perfección. Hoy en día, una vez que su uso ha quedado limitado a conectar las poblaciones del Puente del Obispo y la Estación de Begíjar tras la construcción de dos nuevos puentes para el tráfico rodado, presenta un aspecto abandonado que sería conveniente que las autoridades competentes comenzaran a cuidar si aspiramos a que continúe en pie después de cinco siglos de vida.
Porque esta pasarela sobre el Guadalquivir merece seguir surcando el tiempo por muchas razones, no solo por su imponente arquitectura. Su promotor, el obispo Alonso Suárez de la Fuente del Sauce, fue uno de los personajes más relevantes de finales del siglo XV y principios del XVI. Inquisidor general, protegido de la reina Isabel la Católica, llegó a ser incluso primer ministro con la reina Juana y su esposo Felipe. Su ascendencia en la provincia se refleja en la infinidad de obras que financió de su propio peculio, en las que imprimió su sello, un escudo nobiliario formado por una fuente y un sauce.
Este blasón se puede encontrar en el Puente del Obispo y también una cartela que detalla su trayectoria eclesiástica y la principal singularidad de este viaducto. En ese periodo histórico, era costumbre pagar un gravamen, el derecho de pontazgo, por atravesar este tipo de infraestructuras. Este poderoso obispo, que estuvo 20 años al frente de la diócesis jiennense, decidió saltarse esta costumbre y hacer su paso gratuito, pero además dejó su particular impronta al conceder 40 días de indulgencia a todo el que pasara y rezase un Ave María en la capilla levantada en la parte más elevada de su pasarela.
Esta gracia tuvo que solicitarla al Papa León X, que se la concedió para convertir este puente en uno de los más espirituales de la cristiandad. Ahí reside su principal singularidad, que tal vez no sepamos apreciar en su justa medida los humanos del siglo XXI, más inclinados al laicismo que en aquella época en que Dios aún seguía siendo el centro de todas las cosas, incluidas la construcción de un puente tan importante para la provincia de Jaén como este del obispo.
El periodista y escritor jiennense Juande Valverde, con su novela «El puente de las indulgencias», ha sido el ganador de la Séptima Edición del Premio «Rrose Sélavy» de Novela Histórica de Ápeiron Ediciones.