El periodista Vicente G. Olaya pone en valor la memoria de este personaje histórico, clave en la fundación de California
(Artículo publicado en la Agencia Efe el 15 de noviembre)
La ciudad de Los Ángeles, la segunda más poblada en Estados Unidos, no sería lo que representa hoy en día si en 1764 no hubiera pisado Nueva España un sargento mayor andaluz llamado Felipe de Neve y Padilla (Bailén, Jaén 1724-1784).
Ahora, a punto de cumplirse el 300 aniversario del nacimiento de este jiennense se ha editado una publicación que intenta poner en valor la figura de un personaje histórico apenas conocido en España, al contrario de Estados Unidos, donde varias plazas, edificios o estatuas llevan su nombre o exhiben su efigie.
En pleno centro de la ciudad de Los Ángeles, en la Placita Olvera, se erige la estatua de este andaluz en cuya base se puede leer: “Felipe de Neve, gobernador de las Californias 1775-82”.
“Sin él, la historia de California hubiera sido muy distinta”, asegura a EFE Pablo García, coordinador de The Hispanic Council, la organización que ha promovido este miércoles la presentación del informe sobre Felipe de Neve en la Diputación de Jaén.
Felipe de Neve fue parte fundamental en la continuación del proceso descubridor de la costa oeste norteamericana que se había iniciado dos siglos antes. De hecho, de las 10 ciudades más pobladas de EEU cuatro fueron fundadas por españoles, entre ellas San Antonio, San Diego, San José y Los Ángeles, las dos últimas con la huella personal de Neve.
“Las tierras de las Californias ya habían sido descubiertas en el siglo XVI, pero fue Felipe de Neve quien estableció asentamientos, creó poblamientos e hizo autosuficientes las tierras vacías, agrestes e ignotas en gran medida”, asegura el periodista Vicente G. Olaya autor del informe sobre Neve, que ha sido impreso por Gráficas La Paz de Torredonjimeno (Jaén).
Según el estudio presentado en la Diputación de Jaén, fue un reto para Felipe de Neve ser designado como gobernador de California en 1774. “Nadie quería asentarse en aquellas extremas tierras aún poco exploradas y peligrosas”, agrega G. Olaya.
Con apenas un ejército de 146 soldados, De Neve tenía que velar por la seguridad de 18 misiones que se extendían en una superficie aproximada de dos millones de kilómetros cuadrados.
A finales de 1783 fue ascendido a brigadier y condecorado con la Cruz de Carlos III en reconocimiento a los méritos en las campañas contra apaches y seris. En junio de 1784, durante un viaje a Chihuahua, enfermó gravemente por la disentería que le afectaba desde un año antes. Falleció el 21 de agosto en la hacienda de Nuestra Señora del Carmen de Peñablanca, en el municipio de Buenaventura. Pero su nombre quedó inscrito para la eternidad en la historia de Los Ángeles.