Conclusiones del Seminario sobre la despoblación en Jaén desarrollado por la UJA

La Universidad de Jaén ha dado a conocer las conclusiones del Seminario sobre la despoblación en la provincia celebrado el pasado mes de diciembre en el marco del Programa UJA-CEP (Compromiso con la Estrategia Provincial), un seminario que tuvo como coordinador a José Domingo Sánchez Martínez, catedrático de Análisis Geográfico Regional de la UJA.

Conclusiones del Seminario:

“La despoblación es asunto de preocupación en toda la Unión Europa, por mucho que en España esté alcanzando un creciente interés. Las tasas de fertilidad a nivel mundial siguen reduciéndose y en el largo plazo se habrá generalizado su incapacidad de reemplazo y, con ello, la tendencia al envejecimiento y, en última instancia, el decrecimiento. Estas dinámicas, no obstante, hace tiempo que son comunes en ámbitos como la provincia de Jaén y, muy particularmente, en el caso de sus municipios de menor tamaño demográfico.

Con poco más de 630.000 habitantes, la densidad de población de la provincia de Jaén (47 hab/km2) es apenas la mitad de las medias andaluza y española. En términos relativos, supone el 7,5% de la población andaluza, la mitad de la que llegó a suponer en los años 30 del siglo pasado. La distribución espacial de esta población es desigual, pero este fenómeno no es nuevo. En el pasado la capacidad de producción de alimentos en un entorno próximo condicionaba extraordinariamente el tamaño demográfico y, en ese sentido, las vegas y campiñas resultaron más atractivas que las montañas, por más que puntualmente razones de seguridad, salubridad o coyunturas económicas (caso de la minería en Sierra Morena), les dieran una ventaja pasajera.

En la actualidad, el contraste entre los centros urbanos que ocupan el centro de la provincia y los núcleos rurales de las sierras circundantes es muy acusado, tanto en tamaño como en dinámica demográfica. De todas formas, salvo alguna excepción, en la última década la pérdida demográfica es generalizada, afectando por supuesto a los núcleos más rurales, pero también a las cabeceras comarcales y la propia capital. En estos momentos son 38 los municipios que tienen menos de 2.000 habitantes y la mitad de ellos están en situación de alerta o riesgo de despoblación. Una poderosa razón para el mantenimiento de población es la especialización oleícola.

La población jiennense está atrapada en una espiral regresiva, pues tanto el saldo natural (diferencia entre nacimientos y defunciones), como el saldo migratorio (diferencia entre altas y bajas residenciales) son negativos desde 2011. Dado el rol que la provincia juega, en clara desventaja con los territorios más dinámicos del país, resulta que, en tiempos de bonanza, el crecimiento está por debajo de la media, mientras que, en tiempos de crisis, las pérdidas son más acusadas.

El resultado combinado de ambos saldos tiene, además, claras consecuencias estructurales y cualitativas: la baja natalidad y la emigración hacen que la población se envejezca más rápidamente y se produzca una fuga de cerebros, dada la incapacidad para retener a los jóvenes mejor formados, que son los más proclives a la emigración. Dicho de manera resumida, se están sentando las bases para que la dinámica del encogimiento demográfico y económico sean permanentes y crecientes.

La situación de la provincia de Jaén no es tan preocupante si se compara con otras áreas del interior peninsular, pero, si se mantiene la tendencia, en 15 años el censo se habrá reducido en 50.000 personas más. El envejecimiento es el efecto directo del control efectivo de la mortalidad, pero también del control de la natalidad. En la actualidad el índice de fecundidad se sitúa en el entorno de 1,3 hijos por mujer, una cifra claramente inferior a la necesaria para el reemplazo demográfico. Por su parte, la falta de oportunidades para desarrollar un proyecto vital y profesional acorde con la formación recibida explica la sangrante salida de jóvenes con talento. De esta manera, mientras crece la capacidad de atracción de las grandes áreas metropolitanas mejor conectadas con la globalización, menores son las oportunidades para el resto de territorios, que van asumiendo de manera progresiva un papel subordinado. Esto conduce a un modelo territorial cada vez más desequilibrado, pero la pandemia por COVID-19 nos ha mostrado con claridad que tiene insuficiencias y contradicciones importantes y se abren nuevas oportunidades para los espacios menos poblados”.