Patrimonio y naturaleza se funden en esta comarca, que abriga el parque natural de la Sierra de Andújar

(‘Contenido ofrecido en colaboración con la Consejería de Turismo de la Junta de Andalucía’)

La comarca de la Campiña, en el cuadrante noroccidental de la provincia de Jaén, cuenta con una ubicación privilegiada en el nudo fundamental de comunicación entre la Meseta y el Valle del Guadalquivir. Algo que no ha impedido la conservación de su entorno, contando con el espacio protegido del parque natural Sierra de Andújar, que se extiende sobre los términos de Andújar, Villanueva de la Reina y Marmolejo.

Nuestro viaje por la Campiña lo iniciamos en Andújar, una ciudad de extraordinario patrimonio arquitectónico y cultural, declarado Bien de Interés Cultural, con la categoría de Conjunto Histórico de Andalucía. Es una ciudad cargada de cultura y ensueño en sus calles. Casas señoriales, edificios modernos y viviendas de arquitectura tradicional conforman su paisaje urbano en el que encontramos monumentos como la Iglesia de Santa María, Iglesia de San Miguel, Iglesia de San Bartolomé, el Palacio de Cárdenas, el torreón de la Fuente Sorda, la Torre de Tavira, el Ayuntamiento y otros muchos.

La iglesia de Santa María es la principal referencia monumental de Andújar. Foto de portada, un paraje del parque natural de la Sierra de Andújar.

Merece una mención especial la iglesia de Santa María la Mayor, de planta basilical y con tres portadas, su construcción comenzó en el siglo XV, terminando en el primer cuarto del XVII. Sus pilares y bóvedas del primer tramo son góticos y el resto de los conjuntos de la segunda mitad del siglo XVI. La planta está articulada en tres naves de cuatro tramos cada una. Entre sus obras de gran valor destaca la rejeríadel siglo XVI y dos obras pictóricas, la Oración en el Huerto de los Olivosdel Greco y la Inmaculadade Giuseppe Cessari.  También es reseñable el Puente Romano, construcción de finales del siglo II, salvando el río Guadalquivir. Construido con sillares en piedra arenisca de color siena o marrón, tiene catorce ojos, de los cuales los doce de la orilla derecha son de arco de medio punto y los otros dos escarzanos.

En el parque natural Sierra de Andújar habita una rica y variada fauna, con especies en vías de extinción como el lince ibérico, la cigüeña negra, el lobo, el buitre negro y el águila real. Rutas y senderos lo convierte en un paraiso para los amantes del senderismo, además de otras actividades como rutas 4×4, pesca, rutas a caballo, subida en globo, barranquismo, caza fotográfica… y en general, un contacto de ensueño con la naturaleza.   Sin olvidar el Santuario de la Virgen de la Cabeza, donde se celebra cada último domingo de abril la romería más populosa en España

Nuestra siguiente parada está en Marmolejo, un municipio que, a juicio del periodista Lorenzo Canales, “tiene la mezcla del sabor de dos provincias. Marmolejo es jiennense de pura sierra y campiña, pero convive históricamente con poblaciones limítrofes cordobesas, con las que comparte estrechos lazos de amistad”. Marmolejo está de enhorabuena porque acaba de recuperar una de sus señas de identidad, su balneario y manantial de aguas minero-medicinales y por donde pasaron el pasado siglo miles de devotos agüistas. También sigue en pie el Gran Hotel Balneario, con nuevas prestaciones y comodidades, que celebrará próximamente su centenario, ya que fue inaugurado en 1923. Marmolejo luce también su Paseo de la Libertad; y el Museo de Arte Contemporáneo.

Puente sobre el Guadalquivir, a la altura del Baneario de Marmolejo.

El origen de Lopera se sitúa en torno a los siglos X y XI en una pequeña alquería en donde se levantó una fortificación. En 1242 fue entregada a la Orden Militar de Calatrava, que inmediatamente comenzó la construcción de un castillo, hoy en día conocido como Castillo de los Calatravos, en el extremo sur del antiguo recinto amurallado islámico. Entre su rico patrimonio monumental también sobresale la Iglesia parroquial de la Asunción, del último tercio del siglo XV y mezcla de estilos barroco y renacentista, y las ermitas de Jesús Nazareno y del Cristo del Humilladero, ambas barrocas.

Repartidos por el término municipal de Lopera se encuentran numerosos vestigios de la Guerra Civil española, ya que en estos parajes se situó la línea que dividía a los bandos nacional y republicano, conocido como Frente de Andújar. Destaca la presencia de dos nidos de ametralladoras en buen estado de conservación, junto al puente que cruza el arroyo Salado, y otro en el cerro Morrón, así como diferentes trincheras en el Cerro de las Esperillas y Casería de Escalona. También de esta contienda se conservan, entre otros, un fortín antitanques y un refugio de la guerra civil en el pago de Valcargado, y son visibles en la torre de San Miguel del castillo los daños que ocasionó el impacto de un proyectil.

Lopera cuenta con un vasto patrimonio bélico, testimonio de la Guerra Civil.

“La ciudad de Porcuna es un complejo entramado de siglos por donde el viajero puede encontrar en cada uno de ellos la viva voz de sus habitantes. Porque de los famosos canteros-escultores podremos visitar no solo sus canteras sino a ellos mismos; ensimismados en la talla de la dorada piedra. O escuchar el canto de trilla y siembra de los agricultores, su Besana flamenca, patrimonio inmaterial; ese diálogo con la yunta y las mulas y el surco y el viento”, escribe Luis Emilio Vallejo, pintor, escultor, escritor y, sobre todo, gran agitador cultural de Porcuna.

Porcuna es una ciudad patrimonial, centro del mejor arte ibero. No en vano las esculturas de Cerrillo Blanco la nombran como Ciudad de Los Guerreros Iberos;  como su homóloga china de Xian. El antiguo oppidum ibero de Ipolka, reclama desde su atalaya la atención que le prestara Cayo Julio César al visitarla en el 45 a. C, al nombrarla Ciudad Noble y Victoriosa. Porque desde su cima el manto verde de sus olivos nos manifiesta que aquella dulzura picante del mejor aceite picual es posible maridarla con las piedras del anfiteatro, la ciudad romana de Obvlco y la medieval de Bulkuna.

Toro orientalizante de Porcuna. S. VII a.C.

Arjona es otro de los municipios de la Campiña con un vasto patrimonio monumental. Precisamente, uno de sus principales iconos, el espacio de interpretación de las Murallas de Arjona ha recibido de manera oficial en el último año dos importantes galardones a nivel internacional que han reconocido el buen trabajo realizado en las tareas de recuperación y rehabilitación: el 6th Annual Architecture MasterPrize (AMP 2021) de Los Ángeles (EEUU) en la categoría Heritage Architecture (Arquitectura Patrimonial) y el Architizer de Nueva York en la categoría Architecture + Preservation

Esta propuesta, ejecutada durante 2019, abordó la consolidación y conservación de los diferentes elementos defensivos, así como, la creación de un espacio de interpretación de la muralla del Alcázar de Arjona que ayude a conocer, poner en valor y difundir el conjunto defensivo arjonero. La intervención estuvo fundada bajo el criterio de preservar la autenticidad e integridad del monumento mediante el uso de procedimientos constructivos tradicionales, similares a los originales, que aseguran la compatibilidad e integración con los elementos preexistentes.

Por si fuera poco, Arjona ha estrenado este año el Parque del Olivar, una iniciativa promovida por el artista holandés Alwin Van Der Linde. Este parque  está decorado con elementos artísticos de grandes dimensiones que evocan al olivar y en el mismo se han implicado 70 jóvenes de Arjona que han ejecutado unos 25 elementos artísticos que se han instalado en diferentes espacios públicos del pueblo.

Una de las esculturas con las que Arjona saluda a los visitantes.

Las piezas que se exponen este Parque del Olivar han sido elaboradas en materiales como cerámica artística o forja, utilizando además la paleta de colores de los azulejos de la torre de la Iglesia del Carmen, junto a la que se ubican. Entre ellas, hay tallos grandes con hojas de olivo, racimos de aceituna u olivos de forja, o una fuente monumental. Alwin Van Der Linde fue también el artífice de la gran exposición sobre el Realismo que estuvo varios meses expuesta en la sala de exposiciones “Pintor Ramírez”.

En Arjonilla una excelente propuesta es la visita al patrimonio rural del municipio. Lo hacemos guiados por el libro “Por la senda de los cortijos y caserías”, de Francisco Díaz Hernández, que nos adentra en una Arjonilla rural en tiempos de eras, donde se realizaban los trabajos soportando un fuete calor; de tejares, donde los artesanos forjaban las tejas y los ladrillos; de arrieros, que transportaban con sus recuas de borricos la arcilla o el barro a los tejares desde la cantera del Albarrá; de carrillos de agua, que se repartía a los vecinos del pueblos”, en palabras de su autor. “Una ruta dirigida a todas aquellas personas que quieran disfrutar del medio natural acudiendo a estos cortijos y caserías y caminar o correr, ir en bicicleta o a caballo”, explica Díaz

Pero nuestro viaje a Arjonilla merece otras paradas a lugares de excepción. El castillo de Macías, declarado Bien de Interés Cultural en 1985, es una de las defensas medievales mejor conservadas de la campiña jiennense. Este castillo es famoso no por las hazañas bélicas que en él tuvieron lugar, sino porque en su torre del homenaje vivió encarcelado y murió asesinado Macías el Enamorado, cuyos amores inspiraron obras de Lope de Vega y Larra. O la Iglesia de la Encarnación, consagrada a la Virgen de la Encarnación o de la Anunciación. 

Santiago de Calatrava

En 1228 Fernando III, tras la conquista de estas tierras, hace entrega de la villa a la Orden de Calatrava,  pasando a formar parte de la Encomienda de la Peña de Martos bajo cuya jurisdicción se mantuvo durante siglos, situándola así en lugar fronterizo durante una larguísima etapa. Santiago sería entonces una pequeña población que se distribuía alrededor de su iglesia de “Santa María”, cuya primitiva ubicación estuvo en el lugar conocido como “La Torre”, explica el profesor Francisco Gordo, cronista oficial de Santiago de Calatrava.

Pero sin duda, uno de los acontecimientos más importantes en la historia de Santiago se produce  en el año 1591, cuando por “merced” de Felipe II, el pueblo logra su independencia de la villa de Martos, a cuya jurisdicción había pertenecido hasta entonces. Es este el momento en que la villa toma la segunda parte de su nombre, «Calatrava», en clara alusión a su pertenencia a la orden y al partido judicial. De ahora en adelante pasaría a llamarse Santiago de Calatrava.

En el patrimonio histórico de Villardompardo lo más notable es su Castillo, que fue declarado Bien de Interés Cultural en 1985, y la iglesia de Nuestra Señora de Gracia. Además, la fiesta del Corpus Christi, una de las más señeras de la provincia, ha estrenado el galardón de Fiesta de Interés Turístico de Andalucía. En el patrimonio histórico-artístico de Villanueva de la Reina destaca la Iglesia de Nuestra Señora de la Natividad, el Ayuntamiento, la Capilla del Cortijo de San Nicolás y la Prensa de la Torre, una prensa de molino de aceite del siglo XVIII. Su término municipal incluye las pedanías de: La Condesa, La Crujía, La Quintería y Rincón de San Ildefonso. 

Panorámica de Villardompardo, una de las localidades de la Campiña jiennense.

En Cazalilla, además de la iglesia de Santa María Magdalena, del siglo XVII, destaca la Torre de Calígula, un torreón semicircular del antiguo castillo que fue declarado Bien de Interés Cultural por la Junta de Andalucía en 1985. En Espeluy, su castillo de origen árabe perteneció a la Orden de Santiago y fue declarado Monumento Histórico Artístico en 1985. Apenas si conserva lienzos de sus murallas, aljibe y algunos aposentos.  La iglesia parroquial fue construida en 1954 sobre un antiguo oratorio dedicado a Santa Ana. En Lahiguera destaca la Iglesia Antigua de Nuestra Señora de la Consolación, la Iglesia Nueva de Nuestra Señora de la Consolación, el Ayuntamiento, El Torreón de la Tercia y el Puente Romano sobre el arroyo Saladillo.

Finalmente, en Escañuela, ña Iglesia parroquial de San Pedro Ad Víncula, construida a mediados del siglo XIX sobre los restos de una pequeña ermita del siglo XV, es el máximo exponente del patrimonio histórico-artístico local. Aparte de una peculiaridad en su bandera, en la que están representadas, por privilegio concedido por la curia romana, «La tiara papal y las llaves de San Pedro» y las cadenas que hacen referencia a la peculiar devoción a la que aquí se profesa al apóstol.