El libro ‘Mujeres y agricultura en la política española del s. XX’, escrito por cuatro historiadoras del mundo rural, narra el proceso de invisibilización femenino

“Mujeres y agricultura en la política española del siglo XX” es el título del libro presentado este domingo en el centro cultural de la iglesia de San Lorenzo de Úbeda organizado por la Fundación Huerta de San Antonio. Las autores de la publicación son Teresa María Ortega López, Ana Cabana Iglesia, Laura Cabezas Vega y Silvia Canalejo Alonso.

La «España vaciada» sufre la despoblación rural y la desaparición de numerosos pueblos del interior, pero también ve aumentar vertiginosamente la exclusión de las mujeres que viven en esos municipios al estar abocadas mayoritariamente al espacio doméstico, al cuidado de la familia y a su invisibilización como trabajadoras rurales, cabezas de explotación o propietarias agrícolas.

Este libro, escrito por cuatro historiadoras especialistas en la historia rural y agraria, plantea una investigación novedosa que desvela el manto de invisibilidad que cubre a las mujeres rurales. Haciendo uso de un variado corpus documental, desde publicaciones oficiales hasta revistas de época especializadas en materia agraria, las autoras reconstruyen las representaciones sociales, los trabajos e identidades concebidos como propios de las mujeres rurales españolas del siglo XX y diseñados por un Estado que, aun adquiriendo distintos apellidos (intervencionista hasta 1936, dirigista en la dictadura de Franco y democrático a partir de 1978), impuso políticas de crecimiento económico y de modernización agraria desde una matriz de pensamiento patriarcal.

Prólogo

En el prólogo del libro, las autoras explican: “La historia de la agricultura se ha escrito en masculino, pero es en gran medida una historia en femenino. El libro desvela un capítulo trascendental de nuestra historia, hasta hace poco relegado a la penumbra por las maneras dominantes de hacer historia, contaminadas por el patriarcado. Maneras que han entrado en crisis por su incapacidad para dar cuenta e integrar en el relato las dos preocupaciones quizá más relevantes del presente: las desigualdades de género y la crisis ambiental; por cierto, ambas íntimamente unidas. Las economías de mercado, o, más precisamente, la economía capitalista no se ha basado solo en la explotación del trabajo asalariado, sino también en la explotación del trabajo no remunerado de la mujer y de la naturaleza.

Este libro narra ese proceso de invisibilización del trabajo femenino en el mundo rural y la larga historia de resistencia y lucha del movimiento feminista y sus aliados por hacerlo de nuevo visible. Pretende sacar a la luz cómo y por qué mecanismos el papel de la mujer fue convirtiéndose en subalterno y su trabajo fue progresivamente confinado al ámbito doméstico, expulsado del mercado de trabajo a lo largo del siglo xx. En sus páginas es posible advertir el papel activo que el Estado desempeñó en la promoción del discurso 8 de feminidad-domesticidad y en el sometimiento a un modelo de familia y relaciones sociales severamente patriarcal. Esta labor de rescate tiene un doble valor. Por un lado, el de poner de relieve la resistencia de las mujeres ante esta imposición. Por otro, hacerlo desde el mundo rural, al que la historiografía moderna ha privado siempre de protagonismo en el cambio social y ha considerado refractario al progreso.

Un sector de la historiografía, sin embargo, viene mostrando que el mundo rural desempeñó siempre un papel de vanguardia en la lucha por la democracia, por el medio ambiente y por los derechos sociales y, también, en pro de la eliminación de las desigualdades de género. Quizá con menos medios y otros lenguajes, pero con idénticos resultados que en las ciudades. Reivindicar este papel protagonista, que suele ser olvidado o negado, es per se un buen motivo para escribir este libro y, por supuesto, para leerlo. En esta valiosa tarea de hacer emerger la historia oculta de las mujeres rurales y su contribución decisiva, las autoras han manejado, además, nuevas fuentes para acercarse a las representaciones de género y hacer recuento de los trabajos por ellas desarrollados. Ello ha supuesto el uso de un repertorio extenso de fuentes, tanto específicas como tradicionales, consultadas con otra mirada, lo que confiere un valor especial a los trabajos recogidos en este libro.

El punto de partida del libro es muy significativo: la división sexual del trabajo característica del mundo rural del siglo xx no existió desde siempre. La realización de las tareas productivas y reproductivas en el hogar campesino no respondía aún a criterios de género, tal y como demuestra Teresa Ortega en el primer capítulo. Dos tesis doctorales con estudios de caso de Cataluña y de Andalucía, debidas a Inés Marco e Inmaculada Villa, lo demuestran con un contundente aparato empírico. De estos trabajos, que combinan metodologías surgidas en el seno de la economía feminista —como, por ejemplo, los presupuestos de tiempo— con las sociometabólicas, se deduce que la expulsión de la mujer del mercado de trabajo y el impago de su actividad laboral comenzó a fraguarse en la crisis agraria finisecular, a finales del siglo xix. La caída de los precios de los cereales y otros productos agrarios, en un contexto de crisis del modelo productivo de base orgánica que 9 había predominado durante el siglo XIX, provocó una aguda contracción del mercado de trabajo y elevó el desempleo agrario hasta niveles nunca vistos. Se dio prioridad a los hombres en el acceso al poco trabajo que ofrecían las labores del campo finisecular y las mujeres fueron relegadas al hogar. La división del trabajo entre hombres y mujeres comenzó a tener una clara dimensión de género”.