Artículo de Isabel Uceda, vicepresidenta de la Asociación de Desarrollo Rural de Andalucía (ARA)

La crisis de la COVID- 19 y el confinamiento al que ha estado expuesta gran parte de la población ha demostrado el gran valor del medio rural: hay interés por volver a desarrollar nuevos modelos de vida y de negocio en los territorios rurales y se ha comenzado a mirar nuestros pueblos con otros ojos.

Esta oportunidad, dentro de una situación tan complicada como la que vivimos actualmente debemos aprovecharla, siendo necesario para ello dotar de los servicios y medios adecuados nuestros territorios rurales, de tal forma que cualquier persona interesada pueda desarrollar nuevos proyectos empresariales. Y esa labor de dinamización y emprendimiento la llevan desarrollando los Grupos de Desarrollo Rural (GDR) durante los últimos 30 años.

Y, aunque los Grupos no surgieron como un proyecto contra la despoblación, lo cierto es que LEADER ha sido la única política contra la despoblación durante décadas.  A día de hoy sigue siendo el mejor instrumento para mantener vivas las pequeñas empresas rurales, son la mejor y casi única ayuda de cercanía.

No obstante, conviene aclarar que las dotaciones económicas que reciben los Grupos de Desarrollo Rural son cantidades muy insuficientes para luchar contra la despoblación en solitario.

El reto demográfico es un fenómeno complejo que requiere de medidas por parte de todas las Administraciones competentes para defender nuestros productos alimentarios nacionales y regionales; dotar de infraestructuras, desarrollos tecnológicos y servicios al medio rural y favorecer con medidas fiscales la implantación de empresas en nuestras zonas. Además, es fundamental un cambio en el modelo cultural que se vende a través de los medios de comunicación donde predomina lo urbano frente a lo rural que hace, en general, poco atractivo a las nuevas generaciones la vida en los pueblos.

Hay mucha gente que todavía desconoce el papel de LEADER y los GDR en los territorios rurales. Por eso conviene recordar que hace 30 años, desde Bruselas se diseñó un programa piloto que, de manera experimental, llegó a nuestros pueblos para trabajar en la diversificación de la economía mediante la participación activa de la población interesada, de las empresas, de las asociaciones y de la administración pública, que serían las beneficiadas de estos fondos de desarrollo rural.

Toda esta participación se canalizó y articuló a través de los Grupos de Desarrollo Rural. Desde entonces, ellos han sido los responsables de diseñar y de ejecutar sus programas de desarrollo rural en los 713 municipios que conforman los 47 GDR representados en ARA, la red andaluza de desarrollo rural. Nuestra Asociación es la mayor red de desarrollo rural en Europa al abarcar el 90% de la superficie andaluza donde viven casi 4 millones de habitantes y potenciales beneficiarios de estas ayudas a la diversificación económica.

Esta iniciativa comunitaria dirigida a revitalizar el medio rural europeo se basaba en unos principios básicos: una sociedad local se organiza formalmente en un grupo público-privado con el objetivo de mejorar la calidad de vida de diferentes municipios y pueblos; el GDR impulsa un plan de desarrollo estratégico para aplicar en varios años; ese plan implementa proyectos adaptados al territorio y todas las acciones se deciden democráticamente por la ciudadanía, organizada en una asociación con existencia jurídica.

Por tanto, estas características ponen de manifiesto que estamos ante un programa de ayudas públicas que no es normal. Lo habitual es que los expertos de la administración analicen los problemas de un territorio, hagan un diagnóstico y recomienden un plan de actuación: las decisiones se toman lejos del territorio frente a LEADER donde la población rural es la protagonista de su desarrollo.

LEADER y los GDR insuflan aire a nuestros pueblos desarrollando iniciativas ahora tan conocidas como el turismo rural, clave para el mundo rural tal y como lo entendemos hoy en día. Pero también son responsables de otros proyectos como modernización de las empresas rurales, mejora de la producción y de la calidad, innovación, etc.

Los resultados de todos estos años, ha convertido los Grupos de Desarrollo como aliados en la lucha contra la despoblación: la creación de empresas, los empleos creados y la inversión realizada son hechos objetivos e ineludibles. Un detalle a tener en cuenta: por cada euro público que invierte LEADER, la iniciativa privada invierte 2,5 euros más.

Conscientes de las prioridades que ha marcado esta pandemia, la vuelta a lo rural, más que una oportunidad, es una necesidad de crecimiento  económico, social, medioambiental. Los territorios rurales cuentan con unas condiciones ventajosas para el desarrollo de proyectos empresariales que son fundamentales para el conjunto de la sociedad: energías renovables y alternativas, agricultura, turismo rural y de naturaleza,…. Así como también, los territorios rurales disponen, en general, de un mayor grado de desarrollo y extensión de las políticas públicas, lo que favorece la implantación de nuevas empresas y nuevos servicios.

Por todo esto, “lo rural” está de moda. Yo vivo en un pueblo.

Arriba, imagen de Lopera, municipio del que es alcaldesa Isabel Uceda, sobre estas líneas.