El Patrimonio inmaterial y humano de una Ciudad de Ciudades sumergidas

Fotografía de portada: Manuel Bueno Carpio. Bolígrafo sobre papel. Autor: Luis E. Vallejo.

Desde la arqueología hemos aprendido, en los últimos casi cincuenta años que el camino de la historia pasa por el olvido, el abandono y luego esa fase lenta de la vuelta de aquellas cosas enterradas y rotas por el tiempo o la decisión estatal de obligarlas a su silencio.

Y nada hay más clarificador que ese mismo vacío cuando todo aquello que abrimos en estos tiempos hacia el futuro, de nuevo sea suplantado por la dejadez, la no gestión adecuada, y el olvido como el mayor mal que nos amenaza, acompañado siempre con ese mar del desprecio.

De esta manera, todo y todos formaremos parte de un estrato arqueológico que, para siempre, o durante un tiempo, permanecerá olvidado inconscientemente o no.

Y así, la Memoria Histórica, se debería cerner sobre todas las cosas que los seres humanos contribuimos a construir; cernir, separando con el cedazo la harina del salvado.

El Patrimonio  Inmaterial de una ciudad, de un territorio se debe de cuidar con mimo y sigilo;  el suficiente y necesario. Pero éste no descansa en los artefactos, ni en las piezas, ni en las presuntas vitrinas de una sala, ni en la conciencia de los libros de largas frases… sino en la viva cultura de la ciudadanía.

El trabajo y conocimientos de la cantería de Porcuna, el trabajo con las varetas de olivo, el esparto; la horticultura local, el cante de La Temporera, la elaboración de la cal, los ciclos ancestrales del cultivo del cereal, la cultura del olivar, también los ciclos festivos y religiosos etc,  conforman un amplio paquete inmaterial, muy rico. Incluso para cerrar este ciclo de propuestas: el rito ancestral de comer un hoyo usando un panete con aceite de oliva.

Porque no sólo un museo o contenedor de cosas será suficiente; más bien un programa institucional de acciones de reconocimiento, identificación del valor inmaterial objeto de protección, de información, de testimonios y documentos fonográficos y visuales y gráficos; ese aforo necesario… Porque se nos puede ir para siempre el legado vivo, la constancia histórica.

Porque, seremos lo que somos en el presente, si nos dedicamos a conservar lo más preciado: la memoria de la ciudadanía,  aupar su capacidad creativa, el testimonio de sus circunstancias, su constancia y el valor absoluto de sus acciones y costumbres.

En este sentido ya la UNESCO define este tipo de patrimonio vivo, en su Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial . París, 17 de octubre de 2003.

Y lo hace de la siguiente manera:

“ Se entiende por “patrimonio cultural inmaterial” los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas -junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana. “

Un ejemplo de todo esto es el oficio de la cantería de Porcuna, posible candidata a patrimonio inmaterial de la humanidad, que constata de forma viva el por qué de los conjuntos escultóricos iberos de Cerrillo Blanco de Porcuna.

El uso y presencia de las canteras como lugares de especial protección, sus valores paisajísticos y culturales supondrían el afianzamiento de un modo de vida que se ha mantenido y al que hay que cuidar con acciones diversas y proyectos de inventario y protección. Evitaremos así el temor, siempre fundado, de contemplar a los últimos canteros de Porcuna; ensimismados en sus tareas de extracción y labra, promoviendo la difusión, conocimiento y transmisión a las siguientes generaciones de la tradición de la piedra, de su alto valor patrimonial.

En España, la Ley 10/2015, de 26 de mayo, para la salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, constata una serie de acciones tendentes a asumir y evitar los riesgos de desaparición de este valor inmaterial, y evidencia la necesidad de un Pacto de Estado, capaz de asumir y proteger y poner en funcionamiento su doctrina.

Parece una contradicción del discurso, pero esta cultura inmaterial, se plasma y queda fijada también en aquellos objetos, realizados para sus ciclos festivos, culturales, de trabajo, simbólicos, etc.  Queda por tanto abierta la necesidad de espacios museográficos acordes para dejar constancia, almacenar, conservar y difundir adecuadamente sus contenidos.

En Porcuna, por tanto, la ampliación museográfica de la ciudad, debe tener en cuenta dos espacios fundamentales:  un Museo de Arte Contemporáneo y otro, Museo de Costumbres Populares. En estos espacios se generaría, de un lado, la memoria de los creación local en Bellas Artes, como portadora de un saber, el de la expresión artística, también inmaterial en sus modos particulares de expresión y reflejo local en el uso simbólico del entorno, adoptado por sus creadoras y creadores.

De otro lado, la memoria seis veces milenaria del cultivo del cereal en la ciudad, constataría, a través de su cultura material, que el hilo conductor de ésta, no se debe perder o quedar reducida a la desmemoria de lo lejano y arqueológico. La sociedad de Porcuna  guarda muy viva la vida, usos e historias de las eras, la cortijadas, los ciclos ancestrales que las unen. El enorme valor inmaterial de los cortijos que habrá que conservar mediante planes institucionales, aunque sea solo consolidando sus fachadas ruinosas, como documentos y monumentos a la memoria agrícola y modos de vida extintos. No debemos perder la aún oportunidad de su rescate, porque el tiempo humano nos va a la contra.

Otro patrimonio inmaterial quedó ya identificado en 1994. A raíz de una propuesta de Corea, la UNESCO crea el programa “Tesoros Humanos Vivos” Se presenta aquí uno de los más ambiciosos proyectos internacionales:  el de reconocer a determinados seres humanos con tal condición.

Se valoriza la identidad única y particular de ciertas personas, que son reconocidas, en el seno de su sociedad, como baluartes de conocimientos, historias, crónicas, o portadores de una capacidad de creación artesanal, artística, manual, en el cante, en su forma de ser, en su proyecto vital, e.t.c. que las distingue e integra como necesarias.

Creo que toda ciudadanía capaz de analizar su entorno las identifica; humildes, allá sentadas en el quicio de sus puertas, o mientras pasean y las encuentra; o  se las escucha o comparte sus proyectos, sus ilusiones; todas en pos de lo colectivo, ninguna con beneficio para sí. Y esto mismo las engrandece, dignifica y las distingue.

Tesoros Humanos que mantienen su vida del hilo conductor de eso que las diferencia y hace único su modo de vivir o sentir o expresarse. Tesoros que dejaron un rastro grande insalvable y mantenido por todos los que las conocieron, que mantienen como propias sus enseñanzas, sus mensajes y el ámbito de los proyectos con ellas iniciados.

Conservar su memoria y sus obras es un deber. Porque mientras se haga esto la sociedad enriquecerá con su recuerdo su presencia viva, en todos, dentro y fuera. Y  por tanto no habrá acabado en ellas mismas su valor, su patrimonio inmaterial.

Manuel Bueno Carpio fue una de estas personas, Tesoro Humano, contenedor inagotable de Cultura Inmaterial, de proyectos pedagógicos, culturales; artesano, escritor, investigador, pintor, conversador de altura, artista total, creativo…

Ojalá que las calles de su pueblo se llenen pronto de placas sin generales, donde podamos leer:

 Plaza Pintor/ra… Calle Escultor/ra…. Calle Profesor/ra.. Calle Poeta… Calle Agricultor/a D…. Calle Músico/a  y un largo etcétera, con ese alto valor inmaterial de la carne humana,  Tesoro Humano, Patrimonio Trascendente de Porcuna y la Humanidad.

Dr. Luis Emilio Vallejo Delgado.

Técnico de Patrimonio Cultural del Ayuntamiento de Porcuna