Artículo de Juan Heredia Castaño, autor del libro «Historia de San Marcos»

Fotografía de portada: Miembros de las peñas de San Marcos conducen algunas reses con sus aparejos.

Con la llegada del mes de abril y a medida que los ecos de las marchas procesionales de la Semana Santa se pierden por las cumbres de los empinados cerros que, alfombrados de olivos, rodean esta población de la Sierra de Segura, Beas se prepara para celebrar sus fiestas más importantes con la misma fuerza y la misma ilusión que lo viene haciendo desde hace varios siglos. Son las fiestas de San Marcos.

Se trata de un festejo taurino popular, modalidad de toro ensogado, en el que a lo largo de dos días y medio (23, 24 y 25 de abril) van a correr por las calles de esta localidad jiennense con poco más de cinco mil habitantes un total de 145 reses bravas ─ el equivalente a 24 corridas de toros (una más que la Feria de San Isidro 2023)─.

Un festejo único y de referencia entre los de su especie tanto por el número de reses que se corren como por la forma de hacerlo: atadas por los cuernos  con una sola soga de unos 25 metros;adornadas con collares de cascabeles y campanillas que avisan de su llegada y aparejos y frontiles con telas y bordados de vivos colores carreras en función del instinto del animal (la soga se utiliza únicamente controlar las embestidas y evitar posibles cogidas); carreras simultáneas de varias reses en las mismas calles en función de la voluntad de las cuadrillas para decidir cuándo y por donde las corren dentro del espacio urbano habilitado para el festejo.

Pero si hay algo que hace realmente único a este festejo taurino es que una parte de las reses utilizadas son reses bravas cruzadas que los vecinos crían expresamente para las Fiestas de San Marcos, que están exentas del sacrificio obligatorio que exige la legislación vigente y son devueltas al campo a la espera de ser corridas en años posteriores, conservando así el rasgo más distintivo y ancestral de estos festejos: la crianza y doma de ganado bovino cruzado para el laboreo de los campos y que luego era utilizado en la fiesta de San Marcos.

Según la tradición oral, su origen está asociado a la  presencia en Beas de Santa Teresa de Jesús en 1575 para realizar la primera fundación carmelitana de Andalucía —el Convento de San José de El Salvador— que los vecinos celebraron corriendo en su honor  varias reses vacunas ensogadas, seleccionadas por su acometividad entre las que  utilizaban para las faenas agrícolas. 

Desde entonces y hasta mediados del siglo XX las reses corridas en San Marcos eran las mismas que se utilizaban en el laboreo de los campos; toros y vacas de media casta que los vecinos de Beas domaban con habilidad y paciencia en un largo proceso que acababa estableciendo un estrecho vínculo entre ellos y sus animales; un vínculo que trascendía el ámbito laboral, pues muchos de estos animales llegaban a ser considerados un miembro más de la familia, ya que no solo proporcionaban la fuerza de trabajo para subsistir, sino que también eran motivo de orgullo y distinción social cuando eran seleccionadas para correr en San Marcos.

Llegadas las fiestas, el 24 de abril por la tarde o el 25 por la mañana, los gañanes (hombres que domaban el ganado vacuno con el que araban los campos) uncían a sus animales con  el ubio (yugo) formando parejas (yuntas), se colocaban delante de ellos y, usando la voz y una larga vara para dirigirlos, recorrían a pie los caminos hasta el pueblo, donde la gente esperaba con ansiedad la entrada de los pares uncidos y sumisos a la voz de sus gañanes.

En la Plaza de la Iglesia, los Portalillos o el Paseo las yuntas eran desuncidas, quedando las reses atadas por los cuernos con una soga de unos veinte metros que servía a la cuadrilla para guiar las carreras y evitar posibles cogidas. A partir de ese momento las carreras se sucedían durante la tarde del 24 y todo el 25 de abril, corriendo unas reses mientras otras descansaban en sus cuadras y cuando la tarde iba cayendo y la fiesta tocaba a su fin, los gañanes, con habilidad y parsimonia, quitaban a sus animales los collares, aparejos y frontiles, sustituían los sogueros por cortos ramales, tiraban de ellos hasta las afueras del pueblo y les daban suelta para que guiados por su instinto regresaran a sus cortijos – las más de las veces sin acompañamiento– y tras unos días de descanso volver al trabajo.

Procesión de San Marcos, con las reses engalanadas.

Hacia finales de los años cincuenta del pasado siglo, el ganado vacuno de labor empezaba a escasear, sustituido por el ganado mular, y caminaba hacia su total desaparición con la mecanización progresiva de las faenas agrícolas, obligando a buscar las reses de San Marcos en ganaderías de lidia situadas lejos de Beas que llegaban hasta el municipio en camiones, desapareciendo así la imagen de los gañanes entrando a pie en el pueblo al frente de sus yuntas.

No obstante, la crianza de ganado vacuno para San Marcos no desapareció completamente pues algunas de las reses más bravas continuaron conservándose de un año para otro y a principios de los años 80 se reavivó la llama agonizante de la tradición de domar ganado vacuno y casi durante una década gañanes y yuntas volvieran a recorrer caminos y veredas para llegar hasta Beas a la antigua usanza, manteniendo vivo el rescoldo del San Marcos más añejo.

Pero a partir de 1993 dejaron de utilizarse porque sus dueños no estaban dispuestos a sacrificarlas a la finalización del festejo, como exigía el nuevo reglamento taurino, y las dejaron morir de  viejas en sus huertas y cortijos. No obstante, un reducido grupo de vecinos mantuvo la crianza de reses bovinas cruzadas y las faenas de doma con la esperanza de que un cambio legislativo permitiera volver a usarlas; cambio que llegó en noviembre 2019 tras un largo proceso reivindicativo ante la Consejería de Gobernación de la Junta de Andalucía por parte de la Hermandad de San Marcos  y el Ayuntamiento de Beas de Segura, con el respaldo y colaboración de los vecinos.

Recuperada la tradición, actualmente hay registradas en la Oficina Comarcal Agraria entre sesenta y setenta reses bovinas pertenecientes a unos cincuenta criadores. El pasado año, reanudados los festejos tras la pandemia del Covid en la mañana del día 23 abril corrieron 40 de estas reses y este año lo van a hacer 54 (ocho machos y cuarenta y seis hembras) de las que la mayor parte han regresado al campo para ser mimadas por sus propietarios a la espera de las fiestas del próximo año, manteniendo vivo el último vestigio del antiguo “Rito del Toro de San Marcos” que hasta el siglo XVIII tuvo una amplia difusión en España.

El resto de las 145 reses que participan en los festejos de los días 23 y 24 y a lo largo del 25 de abril van a deleitar a los miles de personas que durante estos días visitan Beas con sus vistosos aparejos bordados con vivos colores y el sonido de los collares de campanillas y cascabeles que les colocan los miembros de las peñas encargados de correrlos y han propiciado vistosos y arriesgados lances de los que se han atrevido a aguantar sus embestidas y quebrarlos en el último momento entre los aplausos del público en abarrota talanqueras, terrazas, balcones y las gradas situadas en la margen izquierda del río que corre paralelo a la Plaza de San Marcos.

Fotografía antigua de los festejos de San Marcos en Beas de Segura.