El escritor y profesor Manuel Martínez Moreno, de origen segureño, analiza el presente y el futuro de este municipio
Todos los pueblos recuerdan sus gestas, así como a sus hijos más ilustres quienes aportaron con su saber al acervo cultural y patrimonial lo que son hoy y, además, marcaron el camino a seguir en la historia, porque la historia la hacemos los hombres y mujeres que día a día nos empeñamos en mantener los usos y costumbres, los oficios, el habla, tradiciones y hábitos, a la postre, todo aquello que distingue al ser humano y lo diferencia de otros seres vivos a los que hay que cuidar.
En el caso de Segura de la Sierra, que se mira al espejo como uno de los pueblos más bonitos de España, se entremezcla con la belleza que nos muestra per se y que cualquiera que lo visite podrá apreciar quedando maravillado e impregnado por el embrujo de sus calles, plazuelas y las balconadas o miradores al valle, que lo ensalza. Un reclamo para quien gusta del turismo de interior.
Sus productos naturales como la riqueza maderera, el aceite ecológico, ganadería ovina, sus artesanías o la variedad de plantas medicinales, entre otros; son recursos latentes para el presente y cultivo para el futuro, así como el patrimonio histórico artístico, social y humano para generar un desarrollo económico y sostenible lejos de la gran urbe, que junto a la actividad turística como motor parecen ser el horizonte más cercano. Pero hay otras fuentes de riqueza que apoyadas por las buenas comunicaciones, infraestructuras y una buena red informática atraerían a emprendedores/as y a personas que con un equipo y los medios adecuados se establecerían en estos lugares, paliando así la escasa ratio escolar, porque ¿Qué es un pueblo sin niños? Un pueblo que agoniza.
La administraciones locales deben de estar al tanto en cuanto a favorecer con sus medios a quienes se mantienen en estos territorios abaratando los servicios que prestan, ayudando con subvenciones y procurando atraer así a cuantas personas apuesten por una calidad de vida óptima en un entorno natural extraordinario, éstas, establecidas en el lugar, ya generarán el crecimiento sostenible esperado, porque aun no es tarde, pero si dejamos pasar el tiempo cada vez costará más retomar el pulso a estas tierras y sus gentes que podrían caer en el olvido.
En estos momentos estamos como hace siglos, en la frontera, una delgada línea marca el avance de la despoblación con solo 1.807 habitantes frente a los 4.736 que llegó a tener en 1.950, en un término municipal con una extensión de 225,02 Km2, 18 núcleos de población diseminados, 13 de ellos poblados y alguno a 66Km. de la capitalidad municipal que cuenta con 282 habitantes frente a los 982 de Cortijos Nuevos, el mayor núcleo de población. El índice poblacional es un buen indicador para este y los restantes pueblos de la comarca segureña. Se debe invertir. La cultura no es mala amiga para la economía, aunque detesto compararla con el turismo y otros elementos de índole económico, pues ya ella por si sola aporta crecimiento, hace avanzar a los pueblos y humaniza, perfecto motor de arranque. Ahí lo dejo.
Manuel Martínez, segureño, ha dedicado parte de su tiempo al estudio del folclore, costumbres, tradiciones e historia de la Sierra de Segura. Ha publicado nueve novelas y la edición de tres CDs. Tiene en su haber distintos premios en certámenes literarios, pero con el «Pino Galapán 2014» es con el que más orgulloso de siente.