Carmen Díaz-Beyá, una de las participantes en el Encuentro Literario sobre Despoblación que se celebra el día 24 en Santiago de la Espada
“Aproximación a la narrativa periodística sobre la despoblación, surgida tras la Revuelta de la España vaciada” es el título del informe de la periodista Carmen Díaz-Beyá. Este tema es uno de los que se va a abordar en el I Encuentro Literario sobre Despoblación que tendrá lugar el próximo 24 de junio en Santiago de la Espada organizado por el área de Cultura del Ayuntamiento de Santiago-Pontones y la colaboración de la Diputación Provincial y de la Fundación Estrategias.
En el encuentro se van a dar cita también los escritores Sergio del Molino, Manuel Moyano y Andrés Ortiz Tafur o la directora del II Plan Estratégico de Jaén y directora de la Fundación Estrategias, Inmaculada Herrador.
Reproducimos a continuación las conclusiones del informe que la periodista Carmen Díaz-Beyá realizó para la Cátedra sobre Despoblación y Creatividad de la Universidad de Zaragoza.
“Esta investigación ha tenido por objetivo analizar la labor de los medios de comunicación en torno a la cuestión demográfica desde 2019 y, más en concreto, tras la denominada Revuelta de la España vaciada. Cuando nos planteamos el proyecto, ya sabíamos que, desde entonces, se había producido un cambio de actitud por parte de los medios generalistas. No teníamos tan claro el aumento cuantitativo en la prensa local, pero también se ha producido aunque no de manera tan notable como en la prensa de ámbito estatal, pues la prensa aragonesa ya contaba con una trayectoria anterior más estable. Pero lo que queríamos desentrañar más en profundidad, es cómo había afectado en cuanto a lo cualitativo, a las narrativas periodísticas y a los imaginarios sociales percibidos.
La primera conclusión a destacar, es que la despoblación se ha erigido como un concepto que va más allá de las poblaciones que la padecen. Hemos observado que, al hablar de despoblación, se habla también del medio rural, de los pueblos que están más alejados de las urbes o de las cabeceras de comarca. En general de lo que se habla, es de la problemática común que hay en el medio rural. Y esa problemática común, vista sobre el terreno, es la deficiencia en todo tipo de servicios, empezando por los más básicos.
Por lo demás, cada pueblo es diferente y por ello, hasta la adjetivación dada a esa supuesta territorialidad común en problemas y alejada en distancia en muchas ocasiones, lo de España vaciada, es un adjetivo que no genera consenso. Para empezar, porque es una manera de simplificar todas las aristas de la cuestión cuando aún no está ni siquiera bien definida por los mismos medios de comunicación.
Me pregunto si en este asunto, no sería bueno recuperar la vieja idea de “las Españas”, de aquella esencia profunda que, como defiende José Luis Abellán (catedrático en Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid, representante de España en la Unesco entre 1983 y 1986), se corresponde a “una rica variedad de lenguas y culturas, que ha sido a su vez creadora y forjadora de pueblos y naciones distintas y distantes, unidos todos por una historia y una lengua comunes. Una historia solo explicable por el diálogo, la comunicación y la interdependencia de unas partes con otras. Y una lengua, por supuesto también, que es denominador común de una inmensa variedad y pluralidad de regiones y pueblos”.
En esta pluralidad que conforman nuestros pueblos con su cultura, sus demandas, su geografía, sus habitantes, sus virtudes y sus flaquezas, destaca el papel que ejercen los medios de ámbito local, como los preferidos para acceder a estas informaciones. Unos medios que cuentan aquí con muchas ventajas, como la proximidad al territorio y, por ende, un mejor conocimiento de sus particularidades. Los medios generalistas por su parte, siguen aún enganchados al cliché y a la excesiva representatividad de la política nacional. De estos últimos, se percibe una labor más de “altavoz” de Madrid, faltando análisis, profundización y contexto.
Al igual que no todos los pueblos son iguales, tampoco lo son los medios de comunicación y mucho menos los periodistas. Pero en este empeño de buscar una narrativa de la despoblación o de la parte del medio rural que nos interesa, sí que podemos extraer algunas coincidencias. La primera de todas, es que se trata de una temática que está viva, en proceso de encontrar su propia narrativa. Aunque dentro de ella y desde hace bien poco, ya se esté empezando a cambiar una de las primeras demandas coincidentes desde diversos sectores de la sociedad implicados: las noticias negativas relativas a la despoblación. En los pueblos pasan muchas cosas, algunos son verdaderas incubadoras de arte y cultura, lugares, algunos, también con posibilidades de emprender. Este relato más positivo, ya empieza a verse. Eso sí, sin perder de vista que sea positivo y contextualizado en el lugar de donde emerge la noticia, sino se vuelve a correr el riesgo de generalizar y convertir el campo y los pueblos en el beatus ille que hablábamos cuando se decretó el confinamiento por la COVID 19.
Hemos visto que la despoblación no ha emergido de la nada y que, aunque por goteo, un poco antes de la Revuelta, la literatura en particular, y los medios de comunicación en general, ya fueron haciendo sus apuestas en torno a la temática. Aún hay que desmitificar clichés e imaginarios, como el hecho de que no existan políticas para mejorar la situación –si existen, lo que hay que hacer es aplicarlas– o Incluir temáticas más allá de la agricultura, la ganadería y la despoblación. También hay que hablar en estos entornos del cambio climático: el medio rural y su escasez, por ejemplo, de transportes públicos colectivos, obliga a hacer uso del coche particular y esto no es una buena práctica ambiental. No siempre lo rural es ambientalmente más sostenible, pero sí, en muchos casos, la posibilidad de que lo sea, no está en las manos de sus gestores más cercanos, los cuales suelen sentir impotencia ante ésta y otras cuestiones, por la lejanía de los lugares donde se toman las decisiones que son importantes para ellos.
Sí me gustaría finalizar destacando la labor del periodismo local y más en concreto, del periodista local o rural, que aquí ejerce una función básica y fundamental. Una tarea que transciende del hecho de dar una información veraz, objetiva y contrastada, porque es de este ámbito del que se espera que venga la mayor parte de iniciativas para la reconstrucción de un relato obsoleto, decorado con demasiados lugares comunes.
Por todo lo visto hasta ahora, estamos en el momento de desmitificar clichés y de seguir abriendo el objetivo de lo que se entiende por despoblación, cuidando con mayor mimo y trabajando con más profundidad, las informaciones que se generan en torno a este espacio. En este caso, el periodismo local y regional, tiene un lugar privilegiado, por todos los motivos ya explicados, para establecer esas bases aún difusas de la narrativa y seguir sumando realidad, puntos de vista, profundidad y temáticas.
En lo local, en este caso, es donde está y estará la noticia. Por su parte, la prensa generalista y de ámbito nacional, bien haría en recoger ideas, preocupaciones reales y planteamientos de la política de proximidad que trasladan sus colegas del entorno local, para que la cobertura informativa continúe en ese viraje que se reclama, a la hora de recoger las aristas de un tema tan singular y tan determinante para el devenir de un país compuesto por tantos pequeños-grandes lugares”.