El ensayo sociológico envuelto en una crónica biográfica del veterano periodista es una crónica de emigración, abandono y esperanza
“Desarraigo de culturas y familias, pérdida de memoria histórica, ruptura de vínculos a la tierra y a las costumbres, descuido del entorno natural, olvido de quienes fuimos, incertidumbre de qué seremos, y abandono de quienes quedan atrás, viejos que antes no lo fueron, instalados en la espera de una desaparición de su mundo y de ellos mismos”. De esta manera resume el exministro Manuel Castells su visión sobre el problema de la despoblación en España. Lo hace en el prólogo del libro “La España despoblada. Crónicas de emigración, abandono y esperanza” (Next Educación, 2021), del periodista Manuel Campo Vidal.
El libro es un ensayo sociológico envuelto en una crónica biográfica del autor, que es también hijo de la emigración, ya que emigró con sus padres desde Camporrells (Huesca) hasta Cornellá de Llobregat (Barcelona) a los nueve años. Ahora, Campo Vidal se refiere a la despoblación como “la hemorragia humana imparable de los pueblos del interior de España hacia las costas, hacia Madrid o camino del extranjero, que acabó con el abandono de muchos de ellos y amenazó al resto”.
Y más allá del debate semántico (España vaciada o España despoblada), Campo Vidal considera que “lo importante no es el nombre, sino la preocupante realidad: miles de pueblos agonizan hoy en este país sin que se les preste el debido auxilio. Y esa despoblación se está convirtiendo, además, en un grave problema medioambiental con repercusión en la salud pública, especialmente la de los habitantes de las ciudades”. Y añade: “El éxodo del campo a las ciudades es un fenómeno mundial; pero en España es de tal intensidad que las zonas vaciadas de población se parecen a los parajes desérticos de Laponia en el Ártico, solo que con sol tórrido en vez de temperaturas heladas”.
Para describir el dramatismo y entender la gravedad del problema conviene recordar estos datos:
-Más de la mitad de los 8.131 municipios de España tienen menos de 100 vecinos.
-1.300 municipios españoles (el 16%) se consideran escasamente poblados, es decir con menos de ocho habitantes por kilómetro cuadrado.
-Soria, Teruel, Cuenca y alguna comarca de Guadalajara, como la del Alto Tajo, son la zona cero de la despoblación. Estos territorios vienen a ser la Laponia española.
-Hay tres provincias -Lugo, Ourense y Zamora donde hay más habitantes mayores de 75 años que menores de 25. Es una “pirámide de edad” con la base más reducida que la cúspide. O sea, que ni siquiera es ya una pirámide.
-27 capitales de provincia, de las 50 existentes, pierden población aun después de haber recibido gentes que salían de los pueblos cercanos.
-El 20% de la población española vive en el ochenta y cinco por ciento del territorio.
Andalucía
El libro de Manuel Campo Vidal analiza también la emigración en las diferentes comunidades autónomas. En el caso de Andalucía la emigración se dio en tres direcciones, según clasificaba Comín, a principio de los años 70 del siglo XX:
1) interior, con estratos obreros y campesinos hacia Cataluña mayoritariamente y clases profesionales hacia Madrid
2) emigración exterior hacia Europa (Alemania, Francia y Suiza, especialmente)
3) alta participación en la emigración de temporeros para la vendimia.
Se refiere también a la llegada del AVE: “Pero el AVE no lo hizo todo. Las inversiones en carreteras que pagaba “el señor Feder”, como llamaban en muchos lugares a los fondos comunitarios FEDER, articularon una región, de las más grandes de Europa”.
“La España despoblada” es también un canto a la esperanza sobre el futuro del medio rural. Así lo escribe Manuel Castells: “Otra vida es posible y otro territorio es posible. Pero lo es a partir de la vivencia transmitida de quienes hicieron en sí mismos esa transición y ahora vuelven la mirada hacia atrás sin ira y construyen una nostalgia combativa, una nostalgia que no llora el pasado perdido sino que alimenta el proyecto de un mundo nuevo que enlace con nuestras raíces expandiéndolas sin quebrarlas. Aún hay tiempo de repoblar. Pero con especies autóctonas. O sea con nosotros y con nuestros hijos para que reencuentren a sus abuelos”.