Artículo de Hermenegildo Cruz Expósito, técnico de la D.O. «Sierra Mágina» y autor del libro «¡Viejos, los caminos!»

Reinventarse diversificando en todos los potenciales como pueblo que mira al futuro desde el conocimiento del presente, con cabeza y sensatez, sin pretender ser lo que no se es, ni ofrecer lo que no puedes dar. Jimena de nuestra provincia; es un pueblo agrícola, olivarero casi a título completo, que derrama sus fuentes y sus aguas subterráneas para, en su conjunción, sacar de la tierra lo mejor que esta guarda. Situado en la ladera norte del macizo de Sierra Mágina, aprovecha desde el inicio de los tiempos su situación privilegiada; para aprender de todas las culturas que la han poblado, a sumar conocimiento, a resistir y conseguir que el tiempo se siga fijando en él, a quedarse en el mapa reflejados con tintas doradas y en letras mayúsculas.

La leyenda del Oro Verde, se hace realidad en este pueblo que apostando por la calidad de sus aceites desde el amparo de la Denominación de Origen “Sierra Mágina”, se ha especializado en conseguir ganar todos los premios provinciales, regionales, nacionales e internacionales que reconocen el esfuerzo y las ganas de seguir peleando por permanecer en su pueblo, por seguir viviendo dignamente de lo que mejor saben hacer, por reivindicarse con futuro. Han entendido que la calidad es lo que los diferencia y hace que puedan permanecer atados a su querida tierra, que la rentabilidad está en ser distintos y tratar de forma diferente a un cultivo ancestral del olivo, que, por su situación orográfica, carece de la posibilidad de reorganizarse o reconvertirse. Y además lo hacen por partida doble; ¡para que luego digan que la tierra no da posibilidades!

Arriba, plaza de la Constitución de Jimena, con el Ayuntamiento al fondo; sobre estas líneas, monte del Aznaitín; abajo, casa de la calle de la Iglesia.

Es uno de esos pueblos de la provincia que se cuentan con los dedos de la mano, que aúnan la experiencia sensata, la consecución de objetivos para no quedarse quietos y buscar alternativas, para mirarse a los adentros y pensar que el hombre lleva en la tierra demasiados años, como para solo saber hacer una sola cosa y, pensando debajo de la higuera, sin dejar que se caiga la breva, recuerdan que en eso también son expertos. La cuidan, la miman, la recolectan, la comercializan como su flor estrella y de esto sacan dos cosechas. No existe comensal que se precie en España, que no aliñe su ensalada con Oro de Cánava y de postre, una bonita y colmada fuente de brevas de Jimena.

Un pueblo que empieza y acaba sabiendo que para que sus hijos sigan permaneciendo, tienen que aferrarse a aquello que los iguale en renta al resto de los pueblos, que consiga que sus ciudadanos se sientan realizados, colmados en las necesidades fundamentales y felices en el entorno que comparten. El camino ya está iniciado, y como ya lo conocen; entiendo que mis paisanos no cesaran en el acierto de reinventarse, de aprovechar todas las oportunidades, todas sus fortalezas.  Que no despreciarán o apartarán sin antes estudiarlo, cualquier elemento generador de empleo, reflejarse en su Parque Natural, en sus monumentos naturales, en su historia, en su gastronomía, en su cultura, en sus costumbres, en sus personajes, en sus plazas, en sus callejones, en sus esquinas y en sus rincones. Que seguirán apostando por lo que ya conocen, expandiéndose e invirtiendo en el presente, para conseguir el futuro.

Animo a todos nuestros pueblos a ser imaginativos para encontrar los caminos que perpetúen y mantengan vivos nuestros campos, para que con ellos se sigan complementando los paisajes, para que se mantengan arraigadas sus identidades, para que la historia no se disipe, para que las personas nos reconozcamos en nuestras raíces.