El profesor del IES Pablo de Olavide expone en Iznatoraf la réplica de un antiguo molino de aceite fabricado con acero
Miguel Luna Orozco es profesor de dibujo técnico, pero ante todo es un apasionado de la cultura del olivar y el aceite de oliva. Por ello ha empleado tres años en un proyecto tan ilusionante como creativo que acaba de ver la luz. Se trata de una réplica de un antigua almazara tradicional elaborada con muchos kilos de acero y que recrea cómo era el proceso de elaboración del aceite de oliva no hace mucho tiempo. Todo el resultado de ese trabajo se recoge en una maqueta que se ha expuesto en el centro cultural del Arco de la Virgen del Postigo, de Iznatoraf, el pueblo natal de Miguel Luna que se prepara para celebrar sus fiestas patronales, del 2 al 7 de septiembre.
«El proyecto consiste en la unión y ensamblaje de piezas de una almazara tradicional tomando como referencia el molino aceitero que en su día fabricaba la empresa ubetense Fuentes Cardona», señala Luna Orozco, que en este proyecto se ha valido de la ayuda de compañeros y alumnos del IES Pablo de Olavide donde ejerce desde hace 25 años siendo en la actualidad jefe del Departamento Electromecánico.
Miguel Luna ha empleado mucha ingeniera mecánica y mucho trabajo artesanal, valiéndose de un torno y una fresadora, para alumbrar un proyecto que sintetiza a la perfección el sistema de molturación tradicional utilizado en la mayor parte de almazaras y cooperativas españolas hasta hace apenas unas décadas.
Los elementos que componen este complejo oleícola son, por un lado, un husillo donde se volcaba la aceituna. De ahí entraba en los rulos que la trituraban y, a través de dos aspas lo introducían en otro husillo que era donde iba la batidora. La función de la batidora era centrifugar lo que era la masa, y después, a través de una válvula, salía esa masa triturada y de ahí, finalmente, a la prensa hidráulica, que entonces era de agua.
Miguel Luna ha desempeñado su trayectoria profesional en los institutos Reyes de España de Linares, Las Fuentezuelas y El Valle en Jaén y, finalmente, en el Pablo de Olavide, de La Carolina. Una vez culminado este proyecto, asegura que el mismo lo pone a disposición de instituciones y centros educativos para ser expuesto y contribuir, de este modo, a divulgar la cultura tradicional del oro líquido. Una cultura que él ha mamado desde pequeño dado que su padre, recientemente fallecido, también trabajó como olivarero durante toda su vida.