Hispania Nostra castiga el abandono de la vieja estación Baeza-Begíjar, el sueño frustrado del ferrocarril en Jaén

FOTOGRAFÍA DE PORTADA: Salvador García

La vieja estación ferroviaria de Baeza-Begíjar, que forma parte de la nunca acababa línea de ferrocarril Baeza-Utiel, acaba de incorporarse a la Lista Roja de Hispania Nostra por su deplorable estado de abandono y deterioro arquitectónico. En esta Lista Roja  existen cerca de 1.200 monumentos españoles que se encuentran sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores.

El conjunto de la estación de ferrocarril de Baeza-Begijar (Jaén),desde el primer al último edificio, ocupa 3,67 hectáreas. Su arquitectura es muy similar a la estación de ferrocarril abandonada de Úbeda. Estaba configurada con vías a izquierda y derecha del edificio de viajeros. Existe un muelle de carga cubierto con pequeñas escalerillas de acceso a la vía izquierda y derecha. Dispone de casas para los empleados que se hallan en muy mal estado. Cuenta también con dependencias de servicio para relevo y descansos del personal. Pasados los andenes y siguiendo la línea férrea, se llega a una hilera de casas que también se construyeron junto con la estación.

El ferrocarril Baeza-Utiel fue concebido como una línea alternativa a las radiales que partían de Madrid, se planteó por primera vez a mediados del siglo XIX, pero no fue hasta 1926 cuando se aprobó oficialmente su construcción, después de que lo reclamarán con ahínco las “fuerzas vivas” y el grueso de la sociedad de las provincias de Jaén y Albacete.

Tras ejecutarse el trazado en su mayor parte, e incluso dejar una parte preparado para su entrada en funcionamiento, las obras de la línea se paralizaron a principios de los años sesenta del siglo XX y se abandonaron definitivamente a comienzos de los años ochenta. De este modo se ponía fin a una línea ferroviaria que había generado grandes expectativas de cara al desarrollo de una de las zonas más deprimidas del interior de España. Una vez más primaban los aspectos económicos y los poderes públicos se mostraban insensibles ante una situación social y territorial marcada por el empobrecimiento y el aislamiento extremo de sus habitantes, a los que únicamente se dejaba abierta la puerta de la emigración definitiva.

El vandalismo hace que la estación esté prácticamente en ruinas, las paredes interiores están derribadas, llena de escombros, y carece de todas las puertas y ventanas originales. En su parte trasera crecen árboles más altos que la propia edificación. Hay riesgo de caída inminente de las casas de los ferroviarios, y muelle de carga ya que presentan grandes grietas, motivados por la mala cimentación, construida en terrenos arcillosos. Maleza y vertedero descontrolado en la Casa de Viajeros.