El historiador Sergio Rodríguez Tauste reflexiona sobre los retos de la Sierra de Segura y la España Vaciada

Vivir en Orcera, al igual que en el conjunto de la Sierra de Segura, nunca ha sido fácil. Solo hace falta echar un vistazo a las narraciones de Luis Bello en su viaje por las escuelas de Andalucía con la referencia al funicular para subir al Yelmo con el que soñaban los serranos o reproducir aquel estribillo de la canción “dicen que van a poner ferrocarril en Orcera” del intento de construcción de la línea férrea Molinicos-Orcera. El quiero y no puedo se ha dado muchas veces en Orcera, no es algo nuevo y lo seguiremos viendo por desgracia. Vivir a dos horas de la capital a través de una mala carretera desde la que se ve el inconcluso trazado de la línea de ferrocarril Baeza-Utiel constituye el mejor ejemplo.

La historia de Orcera ha ido vinculada a la de Segura de la Sierra entre 1285 a 1836, periodo en la que perdió la condición de villa para ser arrabal de la villa y cabeza de la Encomienda. Acontecimientos como la aparición de la Virgen de la Peña hacían que esos lazos se estrecharan entre Orcera a Segura en unas buenas relaciones que se mantienen hasta hoy día. A lo largo de este apasionante viaje por la Historia, el destino de Orcera, como el de los otros municipios de la comarca estuvo íntimamente vinculada a la explotación de sus recursos ganaderos y forestales. No es difícil encontrar testimonios en el Archivo de Protocolos de Granada de vecinos de Orcera vendiendo lana a los genoveses residentes en Huéscar o comerciando maderas con ubetenses. Tampoco había mucho espacio agrario disponible por tanto el bosque como los pastos pronto fueron objeto de regulación por parte de las autoridades a través de ordenanzas, de las cuales son conocidas las de 1580 firmadas en el monasterio de Santa María de la Peña en Orcera. A lo largo de sus 73 capítulos se gestionaban muchos aprovechamientos relacionados con el monte con el pasto, con los frutos de los árboles, la utilización de espacios para la fabricación de quesos, el procesado y comercialización de la madera, así otros aspectos relacionados con la vecindad y la residencia en el territorio. Su cumplimiento se encargaba a los caballeros de sierra una figura clave para hacer respetar este interesante documento legal.Este año se ha presentado un nuevo estudio de este documento a través de una copia de época que se puede fechar hacia 1593 conservada actualmente en Santiago de la Espada.

De todos los investigadores o personas carismáticas que se han acercado a la historia de nuestro pueblo destacaría dos: Emilio de la Cruz Aguilar y Santiago González Santoro. El primero se acercó desde distintos puntos de vista a la historia y costumbres de Orcera unas veces de la historia, otras desde la literatura y otras desde el periodismo. Sus escritos en el Diario Jaén o a través de la revista Bujaraiza fueron muy valientes en una época en la que todo estaba aún por hacer tanto en servicios municipales como en turismo o cultura. En el Libro del buen tunar definía así a los habitantes de la Sierra de Segura:

“[…] Son los de allí, como serranos, de ágil cuerpo y andariego, buenos para labrar la madera y conducilla por los caminos de las aguas, ansí como para la guerra, tanto a pié como a caballo.

Son en aqueste rincón del mundo, como en todas partes dél, los alguaciles taciturnos, fermosas las molineras, los arrieros cantores, los pastores zahareños y de suelta lengua los barberos, mas el cielo que hay sobre sus cabezas es tan limpio, tan azul, tan polido y tan tirante como no lo tendrá sobre sí gente alguna en la haz de la tierra […]”.

Su tesis doctoral, sus estudios sobre las Ordenanzas del Común, el reino taifa, sobre la Provincia Marítima o el Negociado de Maderas han sido básicos para cualquier investigador que se ha acercado a la historia de Orcera sin perder de vista sus ‘Cancamusas serranas’.

Posteriormente, los orcereños tuvimos la suerte de contar con Santiago González Santoro (1941-2003) cronista oficial de Orcera y amante de sus tradiciones culturales y folclóricas. A él le debemos la recuperación de los bolos como juego tradicional de la Sierra de Segura y muchas publicaciones relacionadas con nuestra historia y nuestras tradiciones. Se fue demasiado pronto y esta tierra quedó huérfana culturalmente.

Hubo un tiempo en el que Orcera fue uno de los epicentros culturales en la provincia de Jaén debido a la existencia de una imprenta, la Imprenta Veracruz, que sigue funcionando hoy día. Desde allí se imprimieron libros sobre el territorio y fue el nexo de unión de una generación de investigadores y defensores de esta tierra, la Sierra de Segura. Nombres como el de José Bautista de la Torre, Alejandro Faustino Idáñez de Aguilar, Juan Pedro Cano Munera o Emilio de la Cruz, sentaron las bases de la idea de comarca, intentando conectar a los habitantes de estos pueblos con su territorio haciéndolos parte de ello como singularidad y como herramienta para diferenciar una forma de ser y un estilo de vida respecto a los de las otras zonas de la provincia y del sureste peninsular. No en vano siempre hemos sido territorio de frontera, cruce caminos y vía fluvial a lo largo de la historia dentro de un vasto territorio que se ubicaba en parte en lo que hoy son las provincias de Jaén, Albacete y Murcia. Siempre decía un amigo mío que el habitante de la Sierra de Segura era el ser vivo más estudiado después del lince. Esta afirmación suele tener una doble lectura ya que por un lado es normal cuando un territorio tiene un rico pasado histórico o cultural, pero por otro también es fruto del análisis y estudio de los problemas y males endémicos que han azotado a este territorio históricamente y que se han traducido en la explotación de los recursos sin transformarlos en esta tierra debido entre otras cuestiones a la incomunicación terrestre. Problemas que se mantienen vivos hoy día y que nos dan un baño de realidad cuando adelantamos (si es que se puede) a cualquier camión cisterna de lleno de aceite saliendo de la Sierra de Segura por la intransitable Nacional 322.

La economía de Orcera, como la de la mayor parte de los pueblos de la comarca ha estado ligada a la explotación forestal. Ya a finales del siglo XV encontramos las primeras referencias a conducciones de madera para la construcción de los Reales Alcázares y a la regulación de la explotación forestal recogida en las ordenanzas y realizada por maderistas de Úbeda siguieron otros periodos basados en una explotación monopolizada por la Corona tanto a través del Real Negociado de Maderas como de la Provincia Marítima. De hecho hasta 1986 con la creación del Parque Natural Sierras de Cazorla, Segura y las Villas la explotación forestal fue la principal fuente de riqueza de este territorio hasta el punto que se hablara de esta tierra como de comarca-colonia siguiendo las palabras de José Bautista de la Torre para indicar la poca repercusión económica en el territorio de esta actividad forestal debido a la exportación de la madera como materia prima y no como producto elaborado lo cual se traducía en bajos salarios, abundante mano de obra y finalmente la emigración. La figura del parque natural también ha tenido sus detractores teniendo en cuenta la propia configuración de muchos de los municipios serrano-segureños que cuentan con todo término incluido dentro del espacio protegido lo que ha supuesto en demasiadas ocasiones impedimentos y condicionantes para su desarrollo. Esta es una de las principales tareas pendientes, hacer realmente compatible la vida del habitante de estas tierras con la preservación medioambiental para lo que muchas veces haría falta bastante más pedagogía para superar de una vez aquella imagen de comarca-colonia que acertadamente describía José Bautista de la Torre, eso sí, a través de los hechos y no de las meras promesas.

Otro de esos casos de quiero y no puedo fue el intento de la apuesta decidida por el turismo allá por los años 70 como consecuencia de las inversiones que se estaban realizando en Segura de la Sierra en materia de reconstrucción patrimonial. Otros pueblos empezaron a diseñar equipamientos con los que intentar crear una oferta turística conjunta. Aquí encontramos el origen de las actuaciones en la zona de Amurjo con la creación del vaso de la piscina, la construcción de aparcamientos o la zona de solárium. Estas actuaciones se combinaron con otras como las realizadas en la ribera del Guadalimar en la Puerta de Segura o en la Peña del Olivar de Siles. Incluso se intentó constituir un ente supramunicipal, la Mancomunidad para el fomento del Turismo de la Sierra de Segura, de la que poco más se supo más allá de la publicación en el BOE de 21 de diciembre de 1971.

Hubo una época en la que en los programas de las fiestas patronales se ponía “Orcera por Sierra Segura” ya que desde Orcera se pensaba y se hablaba en comarca con proyectos como la construcción de un centro de salud con maternidad que nunca llegó a ponerse en marcha por completo por los daños colaterales de la Transición y la España de las autonomías y que recientemente ha vuelto a ser noticia por la intención de la Junta de Andalucía de construir uno nuevo.Sin embargo, no todo es oscuridad y Orcera ha sabido hacerse su hueco en un mundo cada vez más complejo e individualista. El edificio de usos múltiples donde se aloja el Grupo de Desarrollo Rural de la Sierra de Segura, la residencia de mayores, el parque comarcal de bomberos o la puesta en marcha del IES Ghandi han sido algunas actuaciones más señaladas durante el cambio de siglo. En el teatro municipal Emilio de la Cruz Aguilar se han realizado actuaciones pensando en comarca ofreciendo espectáculos de gran calidad a partir de las posibilidades que ofrece nuestro espacio escénico destacando la colaboración activa con el festival Música en Segura.  El pabellón “Oscar Quesada” se ha sumado a la oferta deportiva de la comarca o el campo de futbol “Santiago González Santoro”. Poco a poco aquellos vecinos que han destacado y han llevado el nombre de Orcera con orgullo van teniendo su sitio en los edificios y espacios urbanos.

Orcera, al igual que el resto de municipios de la zona se enfrenta a los males de la conocida como España vaciada, una espiral que tiende a la entropía en la que se mezclan envejecimiento poblacional, emigración, poca natalidad y pérdida de actividad comercial. Más allá de la teoría cualquier habitante de Orcera o de la Sierra de Segura sabe cuales son sus problemas más inmediatos, el olivar tradicional en pendiente que no puede competir con las grandes superficies cultivadas de forma intensiva unidas a la reticencias y problemas para la apuesta decidida por producir aceite de recolección temprana a lo que se añade el otro problema endémico de la comarca, la parálisis desde 2015 del regadío de la presa de Siles. José Bautista de la Torre se preguntaba ya en 1973 si el olivar era un cultivo-problema y casi 50 años después vemos las consecuencias de un monocultivo que ofrece producto de gran calidad, pero a un elevado coste de producción.

En el ámbito educativo y sanitario hay una gran inestabilidad fruto de la jubilación de aquellos profesores, maestros y médicos de nuestra infancia y cuyo nombre nunca olvidaremos. Hoy los habitantes de Orcera y de la Sierra de Segura sufren la interinidad crónica y los cambios que terminan perjudicando a la educación de los más jóvenes y a la atención sanitaria de la Zona Básica de Orcera. Del Hospital Comarcal del Puente o de la Puerta (según a quién le preguntes) sucede algo similar, no están presentes todas las especialidades y no se prestan todos los servicios por lo que termina siendo por desgracia, en más ocasiones de las deseadas, en una etapa previa a la ruta por la peligrosa Nacional 322 hacía el hospital de Úbeda.

Mientras no sea igual de cómodo vivir aquí que en cualquier ciudad o gran población seguiremos siendo víctimas de la España vaciada. Los municipios cada vez intentan implementar servicios que permiten por ejemplo la conciliación familiar, que en el caso de Orcera se ha materializado en un aula matinal o un comedor escolar municipal o en otras actuaciones dirigidas a apoyar al pequeño comercio como por ejemplo con la iniciativa OrceraShop. Se trata en definitiva de hacer nuestro municipio cómodo y compatible con la actividad laboral. Otros ámbitos en los que se trabaja cada vez más sonen el del turismo o la cultura como elementos con los que reducir la estacionalidad de la actividad económica y generar ingresos complementarios que repercutan en los habitantes del municipio. Música en Segura ha servido para atraer a la Sierra de Segura a un público que pernocta y que, a priori, posiblemente nunca hubieran visitado nuestra tierra como en su día se consiguió con el Festival del Aire que organiza el Ayuntamiento de Segura de la Sierra o en la Starparty o el GalapánFilm Festival de Santiago-Pontones por citar algunas de las más relevantes o consolidadas.

En Orcera, la piscina de Amurjo está posibilitando que trabajen monitores, socorristas, personal de limpieza, de mantenimiento, informadores turísticos de forma directa más los beneficios indirectos en proveedores y empresas de externas que nos ayudan a ofrecer nuestra mejor imagen de cara al visitante.El servicio de residencia de mayores y el programa de ayuda a domicilio se han terminado convirtiendo en las principales actividades económicas en el municipio en una tónica que se repite en cualquiera de los municipios cercanos.

El principal reto al que nos enfrentamos como sociedad es hacer nuestros pueblos sitios agradables para vivir, que no sean un lugar de paso para el profesor que obtiene su primer destino en la comarca o al medico que viene a nuestros centros de salud porque no le queda otra alternativa en la provincia o en la comunidad autónoma. Este es un trabajo para todos los que vivimos en nuestros pueblos, desde la Administración del Estado a la Municipal y no podemos limitarnos a creer con que haya fibra que nos permita vender como un destino para el teletrabajo, que también es importante. Debemos sentirnos cómodos, seguros y con las mismas posibilidades que cualquier ciudadano de otra parte del país. Hemos de ser capaces de adaptarnos a los tiempos teniendo en cuenta las dificultades que supone abrir un negocio en un lugar pequeño con una tributación idéntica al que lo monta en una ciudad con más clientes potenciales y contrarrestar las amenazas de una sociedad global en la que compras un artículo en una plataforma online y te llega en menos de 24 horas a tu domicilio.

Sin duda es un proceso para el que no valen soluciones temporales o decisiones tomadas a la ligera si queremos revertir su tendencia y supone la implicación de todos los agentes presentes en el territorio y fuera de él. Por si fuera poco 2021 es el segundo verano de la “Era COVID” en el que los negocios de los pueblos se han visto afectados por limitaciones de aforo y de horario, algunos de los cuales han tenido que cerrar durante grandes periodos de tiempo al no ser servicios esenciales y que irremediablemente se ha manifestado en su viabilidad. Las actividades municipales se han visto afectadas y sectores de ocio presentes en las fiestas populares como festejos taurinos, orquestas, feriantes etc., se enfrentan a su segundo año casi en blanco.

Sergio Rodríguez Tauste

Cronista Oficial de Orcera y Licenciado en Historia

Sobre estas líneas, paraje de Amurjo; arriba, un rincón del casco antiguo de Orcera; fotografía de cabecera, panorámica de Orcera con El Yelmo, al fondo.