Santiago-Pontones, con un alcalde que es pastor, simboliza el declive demográfico del medio rural. En medio siglo ha perdido el 80% de su censo

Noticia publicada el 6 de agosto.

Fotografía de portada: Panorámica del núcleo de Santiago de la Espada (ÁNGEL MUÑOZ)

Antonio Rodríguez, Rodri como lo conocen sus vecinos, anda todavía buscando a algún pastor que quiera hacerse cargo de la explotación ganadera familiar. Él, que volvió a su pueblo hace cuatro años dejando su trabajo como enfermero en una UCI, ya no puede sacar a pastar a sus ovejas y cabras porque desde el pasado 17 de junio es el nuevo alcalde de Santiago-Pontones (Jaén), el primer municipio en ser gobernado por  Jaén Merece Más, el partido provincialista que en su día fue cofundador de la plataforma de la España Vaciada junto a Teruel Existe y a Soria Ya.

“Santiago-Pontones está donde tiene que estar, se nos tienen que quitar los complejos  de inferioridad por vivir en un pueblo”, comenta el primer edil del que es el municipio más extenso (un tercio del total) del mayor parque natural de España, el de Cazorla, Segura y Las Villas. Rodríguez, de 49 años, intenta transmitir optimismo a sus paisanos, una tarea nada fácil en el que ya se ha convertido por derecho propio como el paradigma de la Andalucía Vaciada. En el último medio siglo ha perdido el 82% de su población (actualmente su censo es de 2.632 habitantes, aunque son muchos menos los que viven allí de forma estable) y su tasa de envejecimiento (del 26,47%) es de las más altas del país.

Santiago-Pontones alcanzó su techo demográfico con 15.000 habitantes poco después de su nacimiento como municipio en 1975 (de la fusión de las localidades de Santiago de la Espada y Pontones) pero desde entonces su declive poblacional ha sido constante. Rodríguez asume, no obstante, que el fenómeno de la despoblación es algo que los serranos tienen interiorizado desde hace años. “Mis padres me educaron y me mandaron fuera a estudiar y a trabajar porque aquí no veían futuro para sus hijos”, señala el alcalde santiagueño. Y cuando repasa las cifras que representan el despoblamiento de este municipio, a Rodríguez se le acaban los mensajes de optimismo y cae en el desaliento: “Estamos más en peligro de extinción que el lince y el quebrantahuesos”, subraya.

El declive demográfico es una constante en el resto de pueblos de la comarca de la Sierra de Segura: “Estamos al borde del abismo; vamos todos en picado y cuesta abajo”, ha alertado Pascual Bermúdez, alcalde socialista de Benatae, el segundo municipio menos poblado de Jaén (448 habitantes).

Por su parte, José Manuel Martínez, flamante alcalde de Segura de la Sierra por el PP,  coincide con el sentir de sus colegas y urge a las Administraciones a activar planes de discriminación positiva para los municipios más castigados por la despoblación. Medidas, apuntan los alcaldes, que tienen que ver con los ayudas y beneficios fiscales para los pobladores y para los que quieran asentarse en estos pueblos del interior del mayor parque natural del país aunque el turismo no esté bastando para retener a los más jóvenes.

La peculiaridad de Santiago-Pontones es la vasta extensión del municipio con más de 80 pequeños núcleos habitados, lo que hace que tenga una densidad de población de 4,07 habitantes por kilómetro cuadrado, la mitad del índice en el que la Unión Europea cataloga a las “zonas muy escasamente pobladas”.

La economía de Santiago-Pontones gira en torno a la ganadería ovina y caprina (hay más de 200 explotaciones censadas), pero se trata de un sector muy castigado en los últimos años por la sequía y la crisis de precios. Tampoco la riqueza forestal del municipio (que es la cuna del río Segura) revierte entre los habitantes. “Todo el valor añadido se va fuera porque las concesiones de la corta de la madera siempre van a empresas foráneas”, se lamenta Rodríguez.   Y si la ganadería se resiente también lo hacen el resto de comercios de la localidad. Ángel y Remedios han cerrado, por jubilación, la única tienda de electrodomésticos que había en el municipio, y no han encontrado a nadie que quiera seguir con el negocio.

Algo más esperanzada se muestra Yolanda Vizcaíno, otra enfermera que volvió a su tierra en plena pandemia para poner en marcha una empresa de turismo rural. “Pese a la sangría demográfico estamos viendo que muchos jóvenes están cambiando el chip y quieren emprender en su tierra, algo parece que se está moviendo”, indica Vizcaíno, agarrándose a un futuro más alentador.

Para hacer frente al elevado envejecimiento de la población, las autoridades locales de Santiago-Pontones consideran que hay algunas líneas rojas que no se pueden traspasar: “Los que queremos vivir aquí queremos tener una vida digna, pero si se sigue perdiendo población se irán perdiendo servicios básicos, es la pescadilla de que se muerde la cola”, ha apuntado Rodríguez, que reclama el mantenimiento de los servicios públicos de sanidad y educación y también la mejora de las comunicaciones por carretera hacia Jaén, pero también hacia Granada y Murcia.

Y es que, asentado en el vértice de las tres provincias, la vida comercial, la laboral y la estudiantil de estos vecinos guarda más relación con Murcia que con Andalucía, algo que refrendan cada invierno cuando, al emigrar a otros pueblos de Jaén para la campaña de la aceituna, comentan “nos vamos a las Andalucías”.