La comarca transita silenciosa entre sus hermanas mayores del parque natural

(‘Contenido ofrecido en colaboración con la Consejería de Turismo de la Junta de Andalucía’)

La comarca de las Cuatro Villas, que forman los municipios de Villacarrillo, Villanueva del Arzobispo, Iznatoraf y Sorihuela del Guadalimar, es quizás una de las grandes desconocidas desde el punto de vista turístico. A pesar de ser una de las tres patas del parque natural de Cazorla, Segura y Las Villas, la comarca ha vivido históricamente a la sombra de La Loma y de sus hermanas mayores del parque natural y, en el caso de Sorihuela, vinculada al Condado en los grupos de desarrollo rural. Una circunstancia que ha mermado la difusión del enorme potencial monumental y paisajístico que atesoran estos cuatro municipios, cuatro pueblos como cuatro soles.

Villacarrillo amanece cada día mirando a su sierra, a la de Las Villas. Y se acuesta apagando poco a poco el enorme sol naranja del horizonte del Condado, donde comienza Sierra Morena. Esos tonos anaranjados del atardecer, cubren cada día, como si de una segunda piel se tratara,  las enormes piedras de la torre de su Iglesia, faro patrimonial que todo lo ve…y que desde todos sitios es visto”, escribe el periodista Javier Altarejos sobre su localidad natal.

La Iglesia de la Asunción de Villacarrillo es posiblemente el primer gran proyecto del insigne arquitecto Andrés de Vandelvira, uno de los referentes del Renacimiento español, que se casó con la villacarrillense  Luisa de Luna y comenzó aquí el gran bagaje de obras que acompaña su trayectoria. Este edificio, imponente y extraordinario, es el epicentro de Villacarrillo, ciudad que en su origen fue una torre defensiva del Adelantamiento de Cazorla, perteneciendo a Iznatoraf.

La iglesia de la Asunción, joya de Andrés de Vandelvira, es el principal reclamo monumental de Villacarrillo. Arriba, paraje de La Osera, en la Sierra de Las Villas.

Villacarrillo celebra este mes de mayo su fiesta del Corpus Christi, quizás la de mayor fama de la provincia. Una celebración ancestral que tiene más de 600 años, en la que participa toda la población. Los vecinos de las calles por las que procesiona el Santísimo acicalan, embellecen y decoran todos los rincones, hasta conformar un precioso laberinto de sedas, serrín, flores y ornamentos… salpicados por altares en diferentes puntos del recorrido. Un privilegio del Papa León XIII, permite, desde el Siglo XIX la celebración de la procesión en la tarde.

Pero Villacarrillo atesora también un rico patrimonio natural, que tiene su punto álgido en la cascada de La Osera, un paraje de excepcional belleza. Además, tiene en la pedanía de Mogón un referente turístico de primer orden gracias a su concurrida zona de baño. Es conocido como el paraíso del agua por cuanto está abrazado por dos ríos, el Guadalquivir y el Aguascebas, que se funden en uno solo en el centro de la localidad.

Entre los productos turísticos que empiezan a emerger en los últimos tiempos destaca el patrimonio subterráneo que atesoran estas sierras. Un patrimonio que se está poniendo en valor gracias al Grupo de Espeleología de Villacarrillo (GEV), con más de 40 años en el terreno de la  exploración, investigación y  biología subterránea. Además, realizan actividades deportivas, con la Escuela de Espeleología, con monitores y técnicos deportivos de espeleología titulados.

Villacarrillo lleva varios convirtiéndose en el primer municipio productor de aceite de oliva de la provincia de Jaén. Aquí se encuentra la cooperativa más grande del mundo, El Pilar, y en este municipio se puede disfrutar también del oleoturismo de la mano de Notaliv, una firma que empezó haciendo de la cosmética su principal razón de ser y que hoy promueven visitas a almazaras para conocer el proceso de elaboración del aceite de oliva virgen extra y todas las técnicas de cultivo de olivares sostenibles y ecológicos en el entorno de la Sierra de Las Villas, así como la recolección y la elaboración de uno de los mejores AOVE del mercado.

El segundo municipio más poblado de Las Villas es Villanueva del Arzobispo, que alberga un rico patrimonio monumental. “Lo más destacable -como conjunto- del patrimonio artístico villanovense, percibido como unidad cronológica y estilística, son las grandes mansiones señoriales que la poderosa burguesía agraria local erigió, por todo el centro urbano y calles principales, a lo largo del primer tercio del pasado siglo. Una serie de edificaciones historicistas y regionalistas, localizadas principalmente en la monumental calle Ramón Millán, en la antigua carretera de Córdoba a Valencia y en la Plaza Mayor”, explica el historiador Pedro Javier Rivas, que nos hace de guía en esta visita.

Hija mía, / esto es un pueblo, / nuestro pueblo, / aquí suenan las campanas / y marcan el ritmo / atemporal de la vida”. Son versos del poema ‘Cuerpos de tierra’, incluidos en el libro ‘Analogía del amor’ del escritor local Diego Jiménez, técnico de Cultura del Ayuntamiento y agitador de la vida cultural del municipio villanovense. 

Arriba, plaza del centro urbano de Villanueva del Arzobispo; sobre estas líneas, escultura de San Juan de la Cruz en el Santuario de la Virgen de la Fuensanta.

Villanueva del Arzobispo es al mismo tiempo punto de partida del Camino de San Juan de la Cruz,  un viaje hacia el interior siguiendo la huella de San Juan de la Cruz, el carmelita que en el siglo XVI iluminó este gran sendero que destaca por la inmensidad de sus paisajes. En el monasterio del Calvario, en Villanueva, el carmelita pasó sus primeros tiempos en Andalucía. Entre una loma de olivos de la Sierra de Las Villas, con el bello municipio de Iznatoraf haciendo de vigía, se conservan, a duras penas, los restos de este monasterio junto a un gran pilar y una hermosa fuente.  En Villanueva, la señalización del camino sanjuanista se inicia en la puerta de la umbría del templo de San Andrés y se prolonga hasta el santuario de la Virgen de la Fuensanta, donde encontramos otra estatua del místico y, en su torreón, la celda donde estuvo alojado el carmelita durante su estancia en este lugar.

Quizás el municipio de Las Villas que más sorprende al viajero es Iznatoraf, por el encanto y embrujo especial que desprende su conjunto histórico,  declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 2002 (este mes va a celebrar su vigésimo aniversario). “Vivir en esta noble villa es un privilegio, un gusto para los sentidos, un lugar privilegiado donde escuchar el sonido del silencio. Iznatoraf está envuelto en miles de leyendas de árabes y cristianos, de místicos, de exorcismos y milagros. Pasear por sus calles es desconectar de problemas mundanos, es saborear la vida, es embriagarte de historia, cultura y tradiciones centenarias. Vivir en Iznatoraf es vivir en un pueblo de cuento, es abrir una ventana al despertar y ver las primeras luces del alba tras el parque natural más grande de España, es divisar desde sus murallas miles de olivos, Sierra Nevada y tierras de La Mancha, gran parte de la provincia de Jaén o Granada. Es sorprenderse al estar muchos días sobre un mar de nubes o envueltos en una mágica niebla que despierta la imaginación, es escuchar el canto de los pájaros y notar la brisa de aire en sus placidas noches veraniegas”, ha escrito en ALMA DE PUEBLOS Pascual Manjón, alcalde de la villa y experto en patrimonio histórico..

Iznatoraf ha inaugurado el último año un nuevo recurso turístico como es la Torre del Castillo. La también conocida como Casa del rey Alimenón, se ha puesto en valor después de un largo proceso de recuperación y de rehabilitación por parte del Ayuntamiento. Un inmueble declarado BIC en 1949 con un mirador que ofrece unas vistas impresionantes y hasta ahora inéditas y que va a ser la sede del Museo de Fuero de Iznatoraf. De momento, ya acoge entre su mobiliario el Arca del Concejo, que ha llegado a este lugar cumpliendo a título póstumo la voluntad de Mercedes Tera Bueno y de su esposo Eduardo Bueno Bueno, que eran los propietarios de esta arca.

Iznatoraf ha recuperado para su patrimonio municipal la estatua del Niño de la armónica (arriba); sobre estas líneas, arco de la calle Campo, con la nueva iluminación instalada por el Ayuntamiento para realzar este Pueblo Mágico.

Además, en el municipio torafeño se han abierto grandes expectativas tras el hallazgo, el pasado otoño, de un hito arqueológico del que aún se desconoce su magnitud. En unas obras municipales de la calle Baja (dentro del Conjunto Histórico) se localizó la boca y los primeros tramos de una impresionante galería o cavidad que, a falta de confirmación por parte de los arqueólogos, podría contar con una longitud de decenas de metros hasta rodear todo el conjunto histórico de esta villa.

Nuestra última parada en Las Villas la hacemos en Sorihuela del Guadalimar. Su principal referencia monumental es el templo parroquial, de estilo renacentista y que está bajo la advocación de la que es patrona de la villa, la virgen y mártir Santa Águeda. En el diseño de la torre campanario de la Iglesia intervino el arquitecto Andrés de Vandelvira. Se estructura en tres cuerpos, separados por cornisas, cubierto el de campanas con cúpulas de media naranja. La fábrica es en su totalidad de sillería. Destaca en el templo su magnífica imaginería sobresaliendo sin duda la talla de Santa Águeda del siglo XVI y una talla de Jesús crucificado de la misma época.

El último fin de semana del mes de mayo, se celebra la romería de Santa Quiteria, copatrona de Sorihuela y patrona de los campos de la cañada en la ermita que lleva su nombre y que se sitúa a tres kilómetros de la localidad, en el paraje conocido por “Cerrico Pelón”; después de los actos litúrgicos, los asistentes pasan una jornada festiva en los chozos que se levantan a orillas del río Guadalimar. El domingo por la tarde la imagen de la Santa es procesionada hasta el puente sobre el río Guadalimar.

Las Villas es también tierra de emprendedores y de innovación. Un buen ejemplo de ello es el de la villanovense Lourdes Jiménez García, una  profesora que, pese a su juventud, ha sido capaz de revolucionar el anquilosado sistema educativo actual con unos métodos innovadores que buscan inculcar entre el alumnado unos valores sociales que les haga mejores ciudadanos. Lourdes Jiménez es actualmente la directora del colegio público Padre Manjón de Sorihuela del Guadalimar y el último año ha sido reconocida como la mejor maestra del mundo. “Nunca he aspirado a irme de mi tierra, siempre he querido estar aquí, en los pueblos, que tienen grandes fortalezas y son fuente de recursos inagotables; por eso, hay que dignificar el valor de los pueblos y apoyarlos para evitar su despoblamiento”, reflexiona esta joven docente.

La plaza del Ayuntamiento es el centro neurálgico de la vida en Sorihuela del Guadalimar; abajo, parque cultural de la Piedra Seca, uno de los yacimientos arqueológicos más valiosos en la comarca.